MEDITACIÓN DIARIA
DEL EVANGELIO - ENERO 2025 -Por Padre Jesús Antonio Weisensee Hetter-
Intención del papa Francisco para el mes de ENERO: Oremos para que migrantes, refugiados y afectados por las guerras vean siempre respetado su derecho a la educación, necesaria para construir un mundo mejor.
Miércoles 01 enero 2025
Santa María, Madre de Dios (S)
Nm 6, 22-27; Sal 66, 2-3.5-6.8; Ga 4, 4-7; Lc 2, 16-21
EVANGELIO: En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
REFLEXIÓN: Al iniciar el año, la Iglesia nos pone en sintonía con María, Madre de Dios, no solo para que nos acompañe a lo largo de los días que tenemos por delante, sino también para aprender de ella a vivir en sintonía de amor con el Padre por medio del Señor Jesús. En el evangelio leemos cómo los pastores van a ver al Niño, lo encuentran con su madre y cuentan todo lo que los ángeles habían dicho de Él. Comparten y oyen las maravillas que Dios había anunciado y que ahora se estaban cumpliendo. Pero el proyecto y el espíritu para este año nos lo deja María, pues ella guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Así nos invita a tomar conciencia de cuánto el Señor hace en nosotros y que eso se vuelva acción de gracias y alabanza constantes.
ORACIÓN: Señor, tú nos dejas el ejemplo de tu madre como modelo y guía. Permite que, como en ella, tu Palabra y tu presencia orienten nuestra vida este año.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 1 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
Jueves 02 enero 2025
Ss. Basilio y Gregorio, obispos y doctores (MO)
1 Jn 2, 22-28; Sal 97, 1-4; Jn 1, 19-28
EVANGELIO: Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de ustedes hay uno que no conocen, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de su sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
REFLEXIÓN: Juan el Bautista está estrechamente relacionado con el Señor, hasta el punto de que muchos lo consideraban el Mesías, pero él siempre fue claro: «Yo no soy el Mesías». Otros entonces decían que podía ser Elías o uno de los profetas, y él también lo negaba. El Bautista, más bien, se define como «la voz que clama en el desierto», como el precursor que dispondrá al pueblo para recibir al Mesías esperado. Con todo, los fariseos aún insisten sobre su legitimidad para bautizar. Y eso le da ocasión para que presente al Señor: «Detrás de mí viene alguien a quien no soy digno de desatarle las correas de su sandalia. Así, queda lista la expectativa para la manifestación del Señor.
ORACIÓN: Padre santo, danos la humildad del Bautista, para que el centro de nuestra vida y de nuestra misión siempre sea Jesús, no nosotros.
Viernes 03 enero 2025
Santísimo Nombre de Jesús (ML)
1 Jn 2, 29—3, 6; Sal 97, 1.3-6; Jn 1, 29-34
EVANGELIO: Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia Él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre Él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
REFLEXIÓN: Juan es un modelo perfecto de discipulado, ya que no actúa en función de sus intereses, sino que todo lo hace en referencia a Jesús, siempre busca encaminarnos hacia Él. Por eso, al verlo pasar indica sin titubeos: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». No teme quedarse sin seguidores, sabe que su misión, como la de todos nosotros, es llevar a otros hacia Jesús. Aunque no lo conocía con anticipación, Juan da testimonio de que en Él se cumplió el signo que se le había manifestado: vio al Espíritu posarse sobre Jesús en forma de paloma, lo cual acreditaba que Él era el elegido, el que bautizaría con Espíritu Santo. La tarea de Juan estaba cumplida, ahora tocaba esperar que el Señor mismo se revele al mundo.
ORACIÓN: Señor Jesús, como a Juan, ayúdanos a que siempre y en todo seamos instrumentos tuyos para que otros te conozcan y te sigan.
Sábado 04 enero 2025
Santa Ángela de Foligno, mística
1 Jn 3, 7-10; Sal 97, 1.7-9; Jn 1, 35-42
EVANGELIO: En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscan?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Vengan y verán». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».
REFLEXIÓN: Este pasaje destaca dos cualidades del discípulo. Por un lado, lo que vimos ayer: su misión es conducir a otros hacia Jesús. En esto, el desprendimiento de Juan es ejemplar. Por otro lado, el seguimiento de Jesús se gesta a través de la relación personal con Él. Así podemos conocerlo, estar, compartir y aprender de Él para asimilar su forma de ser y actuar. A partir de esa experiencia, el discípulo está listo para que, con su testimonio de vida, guíe a otros hacia Jesús, tal como lo hace Andrés con su hermano Simón.
ORACIÓN: Señor Jesús, ayúdanos a dejarnos moldear por ti, para que seas tú el que vaya inculcándonos tu forma de pensar y actuar.
Domingo 05 enero 2025
II Domingo después de Navidad
Eclo 24, 1-2.8-12; Sal 147, 12-15.19-20; Ef 1, 3-6.15-18;
Jn 1, 1-18; F. B. Jn 1, 1-5.9-14
EVANGELIO: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de todo lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos creyeran. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, y grita diciendo: «Este es de quien dije: “El que viene detrás de mí es superior a mí, porque existía antes que yo”». Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
REFLEXIÓN: El prólogo de san Juan, que leemos hoy, es uno de los pasajes medulares de nuestra fe. Nos sumerge en lo más profundo de la revelación: el Dios Trino y el misterio de la encarnación como el momento más trascendental no solo del cristianismo, sino de la existencia humana. De este modo, el Verbo eterno de Dios asume nuestra naturaleza en toda su caducidad y debilidad, con lo cual expresa, por una parte, el absoluto compromiso de Dios con la humanidad y, por otro, la absoluta grandeza de la naturaleza humana que es capaz de albergar a la divinidad en sí misma. Dios, por lo tanto, comparte nuestra existencia, nos redime desde nuestra fragilidad para encontrar en Él el sentido y la razón de toda nuestra existencia.
ORACIÓN: Señor Jesús, que te has encarnado por amor, muéstranos al Padre para que podamos gozar de la gracia y la verdad que nos trajiste para nuestra salvación.
Lunes 06 enero 2025
Epifanía del Señor (S)
Is 60, 1-6; Sal 71, 1-2.7-8.10-13; Ef 3, 2-3a.5-6; Mt 2, 1-12
EVANGELIO: Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.
REFLEXIÓN: Este pasaje refleja la universalidad del mensaje cristiano y las reacciones contrapuestas que suscita. Por un lado, el rechazo y el deseo de eliminarlo (Herodes); y, por otro, la búsqueda entusiasta y perseverante de unos paganos que saben reconocer los signos que los conducen hacia el Señor. Al hallarlo, se postran, lo adoran y le ofrecen lo mejor de sí mismos: con el oro reconocen su realeza; con el incienso, su divinidad; y con la mirra, su entrega, su pasión. Su actitud refleja lo que debe hacer todo discípulo: aprender a leer los signos que lo conducen hacia Jesús sin ceder al desánimo por más que surjan adversidades y dificultades.
ORACIÓN: Señor Jesús, danos la disponibilidad y docilidad de estos magos para desinstalarnos y salir a buscarte donde sea que te manifiestes.
Martes 07 enero 2025
San Raimundo de Peñafort, presbítero
1 Jn 3, 22—4, 6; Sal 2, 7-8.10-12; Mt 4, 12-17.23-25
EVANGELIO: En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Conviértanse, porque está cerca el Reino de los Cielos». Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y Él los curó. Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
REFLEXIÓN: El evangelio de hoy describe el actuar y la manifestación de Jesús. Estamos ante un andariego urgido por dar a conocer la Buena Nueva. Por eso, se muestra incansable en recorrer, enseñar y proclamar el Evangelio. Y como signo de su autoridad, curaba toda enfermedad y dolencia. Es decir, la aceptación de su mensaje del Reino no solo llena de sentido la vida, sino que, a su vez, la sana. Este Maestro andariego causaba revuelo, lo seguían multitudes entusiastas, acudían con los enfermos y el Señor los curaba y liberaba a los endemoniados. Su fama traspasaba las fronteras. Tenía algo de lo que carecían otros predicadores: enseñaba con obras y palabras.
ORACIÓN: Padre bueno, enséñanos a anunciar el Evangelio de tu Hijo como lo hacía Él, con las palabras y con nuestra vida.
Miércoles 08 enero 2025
San Severino
1 Jn 4, 7-10; Sal 71, 1-4.7-8; Mc 6, 34-44
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los poblados y aldeas de alrededor y se compren algo de comer». Él les replicó: «Denles ustedes de comer». Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces». Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.
REFLEXIÓN: Una gran multitud ha seguido a Jesús, ya es tarde y los apóstoles se percatan de la situación: en ese descampado no hay nada que comer. Lo comunican a Jesús para que los despida, que cada quien resuelva sus necesidades. Pero el Señor los coloca en perspectiva divina; al borde de lo imposible, los invita a que ellos les den de comer. Eso les parece imposible, pero Jesús les pide que den todo lo que tienen: cinco panes y dos peces. Parece algo insignificante para tanta gente, pero el desprendimiento generoso y la intervención del Señor hacen que no solo alcance, sino que sobre. El Señor actúa, pero pide que se dé lo mejor que se tiene, que se dé todo, el resto lo hace Él.
ORACIÓN: Señor, llena nuestros corazones de generosidad para que pongamos a disposición tuya y de nuestro prójimo todo lo que somos y tenemos.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 8 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
JUEVES 09
San Adrián de Canterbury
1 Jn 4, 11-18; Sal 71, 1-2.10-13; Mc 6, 45-52
EVANGELIO: Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras Él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra. Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron. Pero Él habló enseguida con ellos y les dijo: «Ánimo, soy yo, no tengan miedo». Entró en la barca con ellos y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes porque tenían la mente embotada.
REFLEXIÓN: Si la multiplicación de los panes dejó a los discípulos estupefactos, con la mente embotada, ahora, al ver caminar al Señor sobre el mar, creen que se trata de un fantasma y se aterran. Tanto es su miedo que solo la Palabra del Señor les devuelve la calma: «Animo, soy yo, no teman». El Señor siempre está atento a nuestras fatigas, a nuestros cansancios y temores. Él viene a nosotros de maneras totalmente imprevistas y esto puede desconcertarnos, pero entonces, nuevamente, oímos sus palabras: «No teman, soy yo». Esa es la voz que nos infunde valentía y esperanza, incluso cuando tenemos «los vientos en contra».
ORACIÓN: Señor, ven en nuestra ayuda, no permitas que caigamos en la desesperación, actúa, manifiéstate y danos la paz.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 9 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
VIERNES 10
Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen (MO)
1 Jn 4, 19—5, 4; Sal 71, 1-2.14-15.17; Lc 4, 14-22a
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en Él. Y Él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
REFLEXIÓN: Jesús suscitaba una serie de preguntas entre la gente: ¿Quién es? ¿Qué busca? ¿Por qué hace lo que hace? Según Lucas, al inicio de su vida pública, retorna a su pueblo, (Nazaret) para anunciar el programa de su ministerio. Afirma que el Espíritu del Padre está sobre Él (es el ungido, el Mesías), su misión consiste en anunciar la Buena Nueva a los pobres (se pone de parte de los últimos) otorgar la liberación a los prisioneros, dar la vista a los ciegos y liberar a los oprimidos, es decir, devolverles la dignidad que les han arrebatado. Aunque no es exhaustivo, este pasaje traza un perfil de lo que será la vida y las enseñanzas del Señor.
ORACIÓN: Señor Jesús, nos has mostrado que tu obra salvífica es integral, ya que renueva, transforma, vivifica, devuelve la dignidad perdida. Por eso, ayúdanos a vivir como tú.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 10 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
SÁBADO 11
Santo Tomás de Cori
1 Jn 5, 5-13; Sal 147, 12-15.19-20; Lc 5, 12-16
EVANGELIO: Sucedió que, estando Jesús en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio». Y enseguida la lepra se le quitó. Y Él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo: «Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Se hablaba de Él cada vez más, y acudía mucha gente a oírlo y a que los curara de sus enfermedades. Él, por su parte, solía retirarse a despoblados y se entregaba a la oración.
REFLEXIÓN: Este pasaje, más allá de la sanación del leproso, nos permite ver cómo actuaba Jesús, cómo quiere revelarse Dios por medio de Él. Se nos manifiesta como fuerza vivificante y transformadora para todos, mucho más para los últimos. Por eso, la manera de ser y actuar de Jesús hacía que su fama se extendiera rápidamente y una numerosa multitud acudiera para oírlo y ser curados. Iban seguros de que serían acogidos. Esto, sin embargo, no descarta la pregunta por las motivaciones que nos mueven a buscarlo. ¿Recurrimos a Él solo para conseguir algún beneficio o nos mueve el sincero deseo de escuchar su Palabra y compartir su proyecto de un mundo nuevo?
ORACIÓN: Señor, limpia nuestros corazones para que acojamos tu Palabra y seamos testigos del Reino de Dios en el mundo.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 11 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
DOMINGO 12
Bautismo del Señor (F)
Is 42, 1-4.6-7; Sal 28, 1-4.9-10; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16.21-22
EVANGELIO: En aquel tiempo, el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo les bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él les bautizará con Espíritu Santo y fuego». Un día, cuando se bautizaba mucha gente, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto».
REFLEXIÓN: Jesús no necesitaba bautizarse, pues este era un gesto de conversión y Él no tenía pecado. Pero el mensaje central del pasaje de hoy está en la voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto». Es la confirmación de la identidad de Jesús, la manifestación de su filiación divina. Ha terminado el tiempo de la espera, el Mesías, el esperado ya está entre nosotros. Por otra parte, el testimonio de Juan indica la diferencia que existía entre el bautismo que él ofrecía, que era de conversión, y el de Jesús, que es «con Espíritu Santo y fuego». En otras palabras, es un Bautismo transformador, vivificante y plenificante.
ORACIÓN: Señor Jesús, ayúdanos a vivir como hijos amados del Padre, para que, como tú, nos dejemos transformar y moldear por tu Espíritu.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 12 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
LUNES 13
San Hilario, obispo y doctor (ML)
Hb 1, 1-6; Sal 96, 1-2.6-7.9; Mc 1, 14-20
EVANGELIO: Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Conviértanse y crean en el Evangelio». Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación, los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él.
REFLEXIÓN: Hoy iniciamos con la lectura continua del Evangelio de Marcos. Jesús nos presenta en este pasaje dos pilares de la fe cristiana: el Reino de Dios y el discipulado. Jesús viene a ayudarnos a sintonizar nuestra vida con el proyecto del Padre (el Reino), y esto requiere conversión y fe. Un cambio de criterios de vida y la adhesión firme al Señor para asumir sus motivaciones e intenciones. Lo segundo es una novedad. Jesús implica a otros en su misión, no es un solitario, convoca discípulos para que aprendan de Él a vivir según el corazón del Padre y participen en el anuncio del Reino. Esta sigue siendo su propuesta para cada uno de nosotros: ser discípulos y misioneros.
ORACIÓN: Señor, tú nos invitas a seguirte, a asumir tu estilo de vida. Ayúdanos a que tus opciones de vida y tus actitudes también sean las nuestras.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 13 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
MARTES 14
San Félix de Nola
Hb 2, 5-12; Sal 8, 2.5-9; Mc 1, 21-28
EVANGELIO: En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
REFLEXIÓN: En los exorcismos que realiza Jesús, resulta curioso que, mientras la gente era incapaz de reconocer quién era, los endemoniados lo identifiquen de inmediato: «Sé quién eres: el Santo de Dios», le gritan. Pero Jesús no permitía que ellos lo dieran a conocer. La gente solo atinaba a reaccionar con sorpresa y admiración. Era inevitable que se sorprendieran por el particular estilo del Maestro. Se trata —dicen— de «una enseñanza nueva expuesta con autoridad», tanto así que hasta los espíritus inmundos lo obedecen. El poder de la enseñanza de Jesús radica en la coherencia entre lo que dice y lo que hace.
ORACIÓN: Señor, danos la gracia de ser capaces de conocerte vivencialmente y que eso nos lleve a adherirnos a ti de una manera más plena y radical.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 14 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
MIÉRCOLES 15
Santa Raquel y san Mauro, abad
Hb 2, 14-18; Sal 104, 1-4.6-9; Mc 1, 29-39
EVANGELIO: En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron a buscarlo y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
REFLEXIÓN: Jesús prosigue con su actividad sanadora y liberadora. Por eso, la gente se agolpa en la casa donde se encuentra. Lo buscaban porque sanaba a los enfermos y expulsaba a los demonios. Él, sin embargo, no iba detrás de los aplausos; sus milagros solo eran signos de la presencia del Reino de Dios. Por eso, se alejaba para tener también momentos a solas con su Padre, para orar. Es así como puede realizar la misión que le han encomendado. Sabe que esta no se restringía a un solo lugar. Debía recorrer toda Galilea dando a conocer la Buena Nueva con hechos y palabras, manifestando que el Reino de Dios en persona ya estaba presente en el mundo.
ORACIÓN: Señor Jesús, buscamos seguirte, pero ayúdanos a comprender la importancia de anunciar y dar a conocer tu Buena Nueva.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 15 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
JUEVES 16
San Marcelo I, Papa
Hb 3, 7-14; Sal 94, 6-11; Mc 1, 40-45
EVANGELIO: En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a Él de todas partes.
REFLEXIÓN: La recurrente insistencia de Jesús en que las personas sanadas eviten difundir los milagros que reciben es una característica del Evangelio de Marcos. Se trata de un pedido un tanto desconcertante. Parece que, con esto, Jesús buscaba evitar que la gente lo siga solo porque obra milagros. Lo que Él deseaba era la adhesión voluntaria al proyecto del Padre. Sin embargo, tampoco es del todo lógico esperar que alguien que ha experimentado en carne propia la acción salvífica de Dios no lo grite a los cuatro vientos. Es un impulso natural, una muestra de gratitud al Señor. De todos modos, lo más importante es que busquemos a Jesús con el sincero deseo de acoger su Palabra y dejar que ella transforme nuestras vidas.
ORACIÓN: Señor Jesús, enséñanos a vivir teniéndote a ti como sentido y razón de nuestra vida.
PARA ESCUCHAR EN AUDIO LA REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 16 ENERO 2025, HAGA CLIC AQUÍ:
VIERNES 17
San Antonio, abad (MO)
Hb 4, 1-5.11; Sal 77, 3-4.6-8; Mc 2, 1-12
EVANGELIO: Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la Palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde Él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?». Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué piensan eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate, toma la camilla y echa a andar”? Pues, para que vean que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —dice al paralítico—: “Te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, tomó inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».
REFLEXIÓN: Este texto, más que el relato de un milagro, es un proyecto de cómo relacionarnos con los demás. El hombre paralítico no tenía forma de llegar a Jesús por su cuenta, pero sus cuatro amigos recurren en su ayuda. Tanta es su amistad y su fe (confianza) en Jesús que no se desaniman al toparse con la puerta abarrotada. Podían haber esperado para otro momento, mas la necesidad de ver a su amigo restablecido los urgía y, por eso, se ingenian para hacerlo llegar hasta Él. Si bien el milagro existe, lo más programático es la actitud de estos amigos. Nos muestra lo que estamos llamados a ser todos los cristianos: ser facilitadores para que otros también lleguen a Jesús.
ORACIÓN: Padre bueno, regálanos un corazón grande como el de estos cuatro amigos para que guiemos a otros hacia tu Hijo.
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SÁBADO 18
Santa Margarita de Hungría, religiosa
Hb 4, 12-16; Sal 18, 8-10.15; Mc 2, 13-17
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. Sucedió que, mientras estaba Él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían. Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
REFLEXIÓN: La invitación para seguir al Señor está abierta a todos, aunque a algunos los llama para estar más cerca de Él, aprender de su estilo de ser y actuar, y después enviarlos a anunciar el Reino. Cierto, no elige a los más capaces, pero, sin duda, capacita a todos los que llama. Leví es un claro ejemplo, era un vendido a Roma, un cobrador de impuestos despreciado por la gente. Jesús, sin embargo, no mira las apariencias, sino los corazones. Percibe la necesidad de acogida de Leví y sus colegas publicanos y se sienta con ellos a la mesa. Su gesto hace realidad lo que enseña: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Dios nos atrae con su amor más que con amenazas.
ORACIÓN: Señor Jesús, haz nuestros corazones semejantes al tuyo para que más que a juzgar estemos dispuestos siempre a acoger a los demás.
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DOMINGO 19
II del Tiempo Ordinario
Is 62, 1-5; Sal 95, 1-3.7-10; 1 Co 12, 4-11; Jn 2, 1-11
EVANGELIO: En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino». Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora». Su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que Él les diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenen las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: «Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo». Así lo hicieron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (solo lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él.
REFLEXIÓN: Este es el primero de los siete signos (milagros) que Jesús realiza según el Evangelio de Juan. El signo del agua transformada en vino ocurre gracias a la intercesión de María. Su sensibilidad la lleva a percatarse de que el vino se estaba acabando y sin este la fiesta perdía su sentido. Quiere evitar un bochorno a los esposos, pero ¿qué hacer, a quién acudir? Por supuesto, a su Hijo, aunque Él parezca negarse. María, que lo conoce muy bien, solo dice: «Hagan todo lo que Él les diga». Y entonces ocurre el milagro, con Jesús ha llegado el mejor vino, la fiesta auténtica. Además, este signo, permite entender el rol de María en la revelación: ella actúa anticipadamente como madre y nos enseña que lo importante es hacer siempre lo que Jesús nos indique.
ORACIÓN: Oh, María, madre nuestra, danos siempre oídos atentos a la Palabra de tu Hijo y voluntad firme para seguir sus pasos.
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LUNES 20
Santos Fabián, Papa, y Sebastián, mártires (ML)
Hb 5, 1-10; Sal 109, 1-4; Mc 2, 18-22
EVANGELIO: En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo; porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
REFLEXIÓN: Seguir al Señor no es un «remiendo» a nuestras carencias ni un refugio. Es más bien un proyecto de vida que busca asumir a cabalidad la novedad del Evangelio. Por eso, este pasaje refleja de manera clara lo que implica ser discípulo del Señor. Como son incompatibles el vino nuevo con los odres viejos y los parches nuevos con los vestidos gastados, también lo es el seguimiento de Jesús con actitudes y disposiciones viejas. Si hemos aceptado su invitación, necesitamos vivir la novedad plena que Él propone con una forma de vida semejante a la suya.
ORACIÓN: Señor Jesús, haznos crecer como discípulos tuyos para que nuestra adhesión a ti sea desde la vida, no solo de palabra.
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MARTES 21
Santa Inés, virgen y mártir (MO)
Hb 6, 10-20; Sal 110, 1-2.4-5.9-10; Mc 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas. Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Él les responde: «¿No han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?». Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado».
REFLEXIÓN: Desde siempre, el sábado dio identidad a Israel, era uno de los signos que expresaba su liberación de Egipto. Como pueblo libre, ahora podía tener un día de reposo. Sin embargo, con el paso del tiempo, las normas que se fueron dando para regular este descanso se multiplicaron enormemente, hasta lindar con la ridiculez. Así, perdió su sentido original, se volvió un pesado yugo. Por eso, en varias oportunidades, como en el pasaje de hoy, Jesús apeló al sentido original del sábado. Afirma que este fue destinado para el servicio del ser humano, no al revés; es un tiempo para que descanse y dé culto al Creador. Jesús respalda su afirmación en su propia autoridad: como Hijo del Hombre (un título mesiánico), Él es el auténtico intérprete del sábado.
ORACIÓN: Señor, infúndenos sabiduría para saber dar su justo sentido a las normas, para que siempre las pongamos al servicio de las personas.
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MIÉRCOLES 22
Beata Laura Vicuña
Hb 7, 1-3.15-17; Sal 109, 1-4; Mc 3, 1-6
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». La extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con Él.
REFLEXIÓN:Otra disputa sobre el sábado, esta vez en la sinagoga de Cafarnaún. Este día estaba destinado para dar gracias a Dios y para celebrar la liberación de Egipto. Pero las interpretaciones de esta ley que se hicieron a lo largo de los siglos fueron añadiendo una enorme cantidad de prohibiciones, al punto de que Jesús debe preguntar: ¿es lícito salvar una vida en sábado? Jesús no espera ni busca una respuesta porque es obvia. Naturalmente, el descanso sabático está (o debería estar) al servicio de la vida. Eso es lo que irrita tanto a los fariseos y herodianos: que Jesús desenmascare cómo ellos usan este día para ejercer dominio sobre la gente.
ORACIÓN: Señor Jesús, danos corazones semejantes al tuyo para que siempre busquemos, ante todo, el bien del prójimo.
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JUEVES 23
San Ildefonso, obispo
Hb 7, 25—8, 6; Sal 39, 7-10.17; Mc 3, 7-12
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante Él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
REFLEXIÓN: Jesús enseñaba con autoridad, es decir, con obras y palabras. Por eso, convocaba multitudes, incluso de territorios extranjeros (Tiro y Sidón), tanto así que debe buscar una barca para evitar que lo aplasten. Acude a Él mayormente el pueblo sencillo, van a escuchar su Palabra y en busca de alivio para sus sufrimientos. Pero, a pesar de eso, Jesús no se deja ganar por la fama, al contrario, manda callar a los espíritus malignos para que no revelen quién es. Lo que le importa es que quienes lo siguen acojan la Buena Nueva del Reino y se adhieran al proyecto del Padre, una religión en libertad que siempre busque el bien.
ORACIÓN: Señor Jesús, enséñanos a vivir como tú, siempre según el corazón del Padre, siempre atentos a sus hijos queridos, nuestro prójimo.
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VIERNES 24
San Francisco de Sales, obispo y doctor (MO)
Hb 8, 6-13; Sal 84, 8.10-14; Mc 3, 13-19
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús, subió al monte, llamó a los que quiso, y se fueron con Él. E instituyó a doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios. Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.
REFLEXIÓN: Una característica del ministerio de Jesús es que, desde el comienzo, se rodeó de un grupo de discípulos. El pasaje es claro, el Maestro «llamó a los que quiso». El llamado de Dios no se debe a méritos nuestros, es un don, pura gratuidad. La respuesta también es completamente libre, es una decisión personal. De esta forma, el llamado y la respuesta se complementan: el Señor moldea el corazón de sus elegidos para enviarlos, para que sean ellos quienes den a conocer su proyecto, su Evangelio.
ORACIÓN: Señor Jesús, danos oídos atentos a tu llamado y disponibilidad para seguir tus pasos.
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SÁBADO 25
Conversión de San Pablo (F)
Hch 22, 3-16; o bien Hch 9, 1-22; Sal 116, 1-2; Mc 16, 15-18
EVANGELIO: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
REFLEXIÓN: La vida de Pablo es una invitación a darnos cuenta de todo lo que el Señor está dispuesto a hacer para mostrarnos su amor. Su llamado, su conversión, que celebramos hoy, muestra cómo Dios elige al que quiere y lo capacita para la misión que le ha encomendado. Pablo llevó el Evangelio a los paganos, abrió las puertas de la Iglesia más allá de las fronteras de Israel. Fue fiel a la misión que el Señor le había encargado: llevar la Buena Nueva hasta los confines de la tierra. Eso fue lo que hizo durante sus numerosos viajes. Anunciaba el mensaje de salvación a todos, sin distinción, porque, como decía, con Cristo «ya no existe judío ni griego» (Ga 3, 28), todas las barreras han sido derribadas.
ORACIÓN: Señor Jesús, tú que transformaste a uno de tus perseguidores hasta el punto de decir que eras tú el sentido de su vida, sé también todo para nosotros.
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DOMINGO 26
III del Tiempo Ordinario o de la Palabra de Dios
Ne 8, 2-4a.5-6.8-10; Sal 18, 8-10.15; 1 Co 12, 12-30; F. B. 1 Co 12, 12-14.27; Lc 1, 1-4; 4, 14-21
EVANGELIO: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribir para ti, ilustre Teófilo, un relato ordenado a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso de pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Y se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír».
REFLEXIÓN: El prólogo del Evangelio de Lucas, que leemos en la primera parte del pasaje de hoy, nos brinda criterios para comprender el sentido de aquello que llamamos Evangelio. Nos dice que, aunque este se funda en eventos históricos, no es una cronología ni una biografía. La selección de hechos narrados se realiza en función de un anuncio de salvación. Por eso, refiere que las fuentes son los testigos oculares y servidores de la Palabra que transmitieron las tradiciones. El Evangelio no nace de fantasías ni fábulas, sino de la experiencia concreta de quienes vivieron estos acontecimientos como experiencias salvíficas. Nuestra fe, por tanto, se asienta en un fundamento sólido.
ORACIÓN: Señor Jesús, alimenta siempre nuestra fe con la luz y la fuerza de tu Palabra, porque solo tú tienes palabras de vida eterna.
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LUNES 27
Santa Ángela de Mérici, virgen (ML)
Hb 9, 15.24-28; Sal 97, 1-6; Mc 3, 22-30
EVANGELIO: En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belcebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios». Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. En verdad les digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
REFLEXIÓN: El enfrentamiento de Jesús y las autoridades judías se desató desde el inicio de su ministerio público. Le lanzaban distintas acusaciones, como la de quebrantar el sábado, transgredir las normas de purificación y hasta pretender destruir el templo de Jerusalén. Pero quizás la más insidiosa sea la que escuchamos hoy: esparcen el rumor de que actúa bajo el poder de Belcebú. Cuanto hace y dice tendría, entonces, un origen demoniaco, maléfico, viene de un poseído. Jesús se defiende con una parábola que desbarata su argumento: carece de lógica que Satanás (el mal) se convierta en enemigo de sí mismo, ese sería su final. Pero más grave que eso es calificar de demoníaco aquello donde claramente está actuando el Espíritu Santo, aquello que viene de Dios.
ORACIÓN: Padre santo, ilumina nuestros corazones con la luz de tu Espíritu para que sepamos reconocer tu presencia entre nosotros.
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MARTES 28
Santo Tomás de Aquino, Pbro. y Dr. (MO)
Hb 10, 1-10; Sal 39, 2.4.7-8.10-11; Mc 3, 31-35
EVANGELIO: En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dice: «Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Él les pregunta: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
REFLEXIÓN: Este breve pasaje sintetiza lo constitutivo de la fe cristiana. Cierto día en que lo buscan su madre y sus hermanos, Jesús aprovecha para definir quiénes integran su familia. Más que los lazos de sangre, afirma que lo primordial en la relación con el Padre y con Él es cumplir la voluntad de Dios, «ese es mi hermano y mi hermana y mi madre». La gran familia de Jesús nace, por tanto, de la escucha de la Palabra —es decir, de las enseñanzas y la vida de Jesús, Verbo encarnado— y la puesta en práctica de ese proyecto del Padre. Esta es la esencia de nuestro ser cristianos.
ORACIÓN: Señor Jesús, tú supiste cumplir hasta el final y a cabalidad la voluntad del Padre, infúndenos a nosotros también esa fortaleza y perseverancia.
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MIÉRCOLES 29
San Pedro Nolasco
Hb 10, 11-18; Sal 109, 1-4; Mc 4, 1-20
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar. Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos: «Escuchen: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno». Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: «A ustedes se les ha dado conocer el misterio del Reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”». Y añadió: «¿No entienden esta parábola? ¿Pues cómo van a conocer todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la Palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la Palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la Palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
REFLEXIÓN: La parábola del sembrador plantea una serie de preguntas: ¿por qué, con más de 2000 años de anuncio del Evangelio, la sociedad aún está tan lejos del proyecto de Dios? ¿Por qué algunos escuchan y acogen la Palabra mientras otros se cierran a ella? ¿Cuáles son los motivos? La parábola plantea que la semilla es buena, el problema radica en el terreno, la diversidad de suelos donde esta se esparce, esto es, las distintas disposiciones con que se escucha la Palabra. El sembrador da oportunidad a todos, todo terreno recibe la Palabra, incluso aquel que ni siquiera la dejará germinar. ¿Con qué disposición la oímos nosotros? ¿Qué necesitamos para convertirnos en suelo fértil?
ORACIÓN: Gracias, Señor, por confiar en nosotros y por sembrar tu Palabra en nuestras vidas. Infúndenos tu gracia para que seamos tierra fecunda.
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JUEVES 30
Santa Martina, mártir
Hb 10, 19-25, Sal 23, 1-6; Mc 4, 21-25
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús dijo al gentío: «¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero? No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no haya nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga». Les dijo también: «Atención a lo que están oyendo: la medida que usen la usarán con ustedes, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».
REFLEXIÓN: El evangelio de hoy plantea distintas sentencias parabólicas. La primera alude a la luz. Tal como ocurre con una lámpara, la finalidad de nuestra fe es ser luz para los demás, mostrar el proyecto del Padre a través de nuestra vida, con nuestras obras. Con todo —segunda sentencia—, no nos corresponde a nosotros convertirnos en jueces de los demás. Lo sabemos, es muy fácil juzgar a otros, en eso somos implacables. Con nosotros mismos, por el contrario, solemos ser muy comprensivos, hallamos miles de excusas. Pero ¿qué pasa si se nos aplica la misma medida que usamos con otros? ¿Daremos la talla? La tercera es un tanto rara, pero se refiere a la fe no a cuestiones materiales. Una fe sólida, con obras, se fortalece aún más cada día. En cambio, una fe vacía termina por perderse.
ORACIÓN: Danos, Padre de bondad, la fuerza de tu Espíritu para que encarnemos en nuestra vida el Evangelio de tu Hijo.
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VIERNES 31
San Juan Bosco, presbítero (MO)
Hb 10, 32-39; Sal 36, 3-6.23-24.39-40; Mc 4, 26-34
EVANGELIO: En aquel tiempo, Jesús decía al gentío: «El Reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra». Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
REFLEXIÓN: Dos parábolas sobre el Reino de Dios. La primera lo compara con la semilla. Esta tiene una fuerza interna que la hace germinar, crecer y fructificar por su cuenta. Igualmente, el Reino, tiene un dinamismo propio, independiente de nuestros quehaceres. Quien propicia su crecimiento es el Padre celestial, de Él viene la vida y la fuerza que transforma los corazones. Por eso, no hay razón para la impaciencia ni el pesimismo. Del mismo modo, el Reino se parece a la diminuta semilla de mostaza. Nadie esperaría que de allí nazca un gran arbusto capaz de dar cobijo a las aves del cielo y a sus nidos. Es, pues, como la fidelidad anónima, la entrega silenciosa, la generosidad sin alardes que, de a pocos, va transformando el mundo.
ORACIÓN: Ayúdanos, Señor, a vivir en sintonía de amor contigo para que seas tú quien vaya moldeando nuestras vidas y seamos en el mundo semillas de tu Reino.
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