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SAN JOSÉ EJEMPLAR
-Por la redacción-

San José es el santo patrón de los padres pero también de los carpinteros, ebanistas, carpinteros, personas sin hogar e incluso un fuerte intercesor de la providencia divina. El 8 de diciembre de 1870, el Papa Pío IX lo proclamó Patrono de la Iglesia universal. La fiesta solemne de San José es el 19 de marzo pero también es ampliamente celebrado en el ámbito litúrgico y social el 1 de mayo, Día del Trabajo, como patrón de los artesanos y trabajadores, proclamado por el Papa Pío XII. Juan XXIII le confió el Concilio Vaticano II y es uno de los santos favoritos del Papa Francisco que quiso incluir su nombre en el Canon de la Misa.

Su culto ha alcanzado una gran popularidad como lo demuestran las declaraciones de muchas iglesias relativas a la presencia de sus reliquias. En la iglesia de Notre-Dame de París estarían los anillos de compromiso, el suyo y el de María; Perugia poseería su anillo de bodas; se encontrarían fragmentos de uno de sus cinturones en la iglesia parisina de los Foglianti. En Aquisgrán las bandas o zapatos que habrían envuelto sus piernas están expuestas y los camaldulenses de la iglesia de S. Maria degli Angeli en Florencia declaran que están en posesión de su bastón.

El nombre José es de origen judío y significa "Dios añade", en términos generales se puede decir "añadido a la familia". Su popularidad se debe a que fue el padre putativo de Jesús, venerado en Oriente a partir del siglo IV y en Occidente poco antes del siglo XI, es decir, desde que su culto comenzó a extenderse entre los cristianos. No hay duda, sin embargo, de que la fama de ese nombre se fortaleció en Europa en los siglos XIX y XX.

Un modelo ejemplar de paternidad

San José fue esposo de María, cabeza de la “Sagrada Familia” en la que nació por obra del Espíritu Santo, Jesús, y orientando su vida tras la estela de unos sueños, en los que los ángeles le traían mensajes de Señor, encarnó un modelo ejemplar de paternidad. Ciertamente no estuvo ausente. Es cierto que, por lo que narran los evangelios, estuvo muy silencioso, pero hasta los treinta años de la vida del Mesías estuvo siempre al lado de su hijo con fe, obediencia y voluntad de aceptar los planes de Dios. Comenzó a calentarlo en la pobre cuna del establo, lo puso a salvo en Egipto cuando fue necesario, se preocupó en buscarlo cuando tenía doce años y había "desaparecido" en el templo, lo tuvo con él en sus trabajos de carpintero, lo ayudó con María a crecer "en sabiduría, edad y gracia".

José era, como María, descendiente de la casa de David y de linaje real, nobleza nominal, porque la vida le obligó a convertirse en artesano del pueblo, a dedicarse a la esmerada carpintería. Seguramente de su taller salieron herramientas de trabajo para agricultores y pastores, así como humildes muebles y objetos domésticos para las casas pobres de Galilea.

Figura de humildad generosa

En el documento de la Congregación para el Culto Divino, que insertó su mención en el canon de la Misa, leemos: «Por el cuidado paterno de Jesús, San José de Nazaret, puesto a la cabeza de la Familia del Señor, cumplió copiosamente la misión recibida por gracia en la economía de la salvación".

Su aceptación de María embarazada como su esposa; aunque era muy consciente de no haber tenido relaciones con ella, y la aceptación de los "principios de los misterios de la salvación humana" mediante la adhesión a la noticia de la concepción por obra del Espíritu Santo lo convierte en una figura destacada de la vida cristiana. Además, señala el documento, san José "se ha convertido en modelo ejemplar de esa humildad generosa que el cristianismo eleva a los grandes destinos y en testimonio de aquellas virtudes comunes, humanas y sencillas, necesarias para que los hombres sean honestos y auténticos seguidores de Cristo".

Las fuentes de su vida son los evangelios de Mateo y Lucas.

No se saben muchas cosas ciertas sobre él, no más de lo que informaron canónicamente los evangelistas Mateo y Lucas. Los llamados evangelios apócrifos, en cambio, se entregaron a su figura. Sin embargo, personalidades autorizadas como San Jerónimo (ca. 347-420), San Agustín (354-430) y Santo Tomás de Aquino (1225-1274) desestimaron estos textos y tomaron distancia de ellos.

Vale la pena mencionar sólo una leyenda que circuló en torno a su matrimonio con María. En aquella ocasión habría habido una competencia entre los candidatos por la mano de la joven. Esa carrera la habría ganado José, ya que el palo seco que lo representaba, según las reglas, habría florecido repentina y prodigiosamente. Obviamente, esto quería decir cómo la gracia de la Redención había florecido nuevamente del tronco marchito del Antiguo Testamento.

Tomado de www.famigliacristiana.it

 
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