I.- DEJEN LA IGNORANCIA Y RENACERÁ  EL SER 
                            Abandonemos este oscurantismo,  
                              renunciemos a las mil  barbaries,  
                              de no saber lo que ha  de saberse,  
                              de saber muy mal lo que  se sabe,  
                              y de aprender lo que  no ha de ser. 
                            El vacío es el  principio del vicio,  
                              el vicio es el origen  de la pereza,  
                              la pereza es la  salida al no hacer,  
                              sabiendo que uno debe  revivirse,  
                              para que el corazón no  se muera.  
                            Reaparezca en nuestra  existencia,  
                              la viva acción y la  reacción clara,  
                              la sensatez y la  prudencia natural, 
                              entiendan cuál es el  deseo divino,  
                              y atiendan a la súplica  de la cruz.  
                            II.- RECHACEN LA MALICIA Y  OBRARÁ EL BIEN 
                            Protege a tu lengua de  la maldad,  
                              y a tus labios de toda  hipocresía;  
                              muévelos acordes a la  sabiduría,  
                              a la conjunción de  mente y alma,  
                              para que obre el bien  y la verdad. 
                            Busca y rebusca la  calma interna,  
                              marcha tras la paz y encuéntrala;  
                              camina tras ella y  hallarás el don,  
                              de sentirte querido y  considerado,  
                              la única gracia que  nos restablece. 
                            Repuestos por el  espíritu celeste,  
                              guiados por el amor  del Creador,  
                              orientados por la  pasión de Jesús;  
                              avanzamos donándonos  el alma,  
                              y ascendemos dándonos  quietud. 
                            III.- CONFIRMEN LA FE Y RETOÑARÁ  EL SUEÑO  
                            El retorno a lo auténtico es la luz,  
                              lo que encarna ratificar la certeza,  
                              algo que indica un apego intenso,  
                              hasta sentirnos en Cristo cada día;  
                              y vivir por Él y para Él, en unión.  
                            Todo muda de aires, nada persiste,  
                              nuestros propios rumbos también;  
                              lo que nos apoya es el pan etéreo,  
                              aquel que nos crece como tronco,  
                              forjándonos hogar y santa familia.  
                            María nos precede en la esperanza,  
                              es la estrella que peregrina en la fe,  
                              el clarear que nos predijo a su Hijo,  
                              la que nos reveló cómo seducirnos, 
                              y cómo debemos glorificar  a Dios.
                             
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