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CUENTOS PARA EL ALMA: cuentos con valores y moraleja |
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EL LEÓN TEMEROSO |
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Comienza en una hermosa sabana africana, en donde un león se había perdido de su grupo. Llevaba ya 20 días caminando de un lado para otro y no encontraba a los suyos. Tenía hambre y sed, pero también mucho miedo al verse solo.
Por fin divisó un estanque de agua fresca. Inmediatamente corrió hacia él con todas sus fuerzas. Estaba muerto de sed y necesitaba a toda costa tomar un poco del líquido vital. Sin embargo, al llegar a la orilla vio sobre las aguas la imagen de un león sediento. Entonces se retiró. “El estanque ya tiene dueño”, pensó.
Esa noche se quedó cerca de allí, pero no se atrevía a ir de nuevo al estanque. Si aparecía el león que era dueño del lugar, seguramente lo atacaría por meterse con su propiedad. Y él no estaba en condiciones de enfrentarse a nadie. Pasó un día y el sol quemaba. Ya era tanta la sed, que el león decidió arriesgarse. No aguantaba más. Así que se acercó cautelosamente al estaque y al llegar a la orilla vio de nuevo al león. Era tanta su sed que no le importó. Metió la cabeza para tomar el agua fresca. En ese momento, el león desapareció: había estado viendo solo un reflejo. Así son los miedos: desaparecen cuando los enfrentamos. |
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EL CABALLITO DE MADERA |
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En cierta ocasión un padre llevó a su hijo a dar un paseo al bosque, como era pequeño, su papá lo llevaba sobre sus hombros, al rato lo puso a caminar para que se ejercitara y le dijo: debes caminar hasta la casa.
Al poco rato el Niño empezó a llorar porque decía que estaba muy cansado y no podía dar "un paso más". El Padre cortó una rama de un arbusto en el bosque, la alisó con su navaja; y colocó un pequeño cordón en el extremo más grueso y le dijo al niño: -"Mira Hijo, aquí tienes tu propio caballo para que te lleve a la casa”.
El Niño emocionado se animó, montó sobre aquel "caballito de madera" y comenzó a correr hasta llegar a la casa y aún después de llegar siguió corriendo por el jardín hasta que tuvo que irse a bañar y acostarse rendido.
Nosotros vamos de paseo por esta vida, en ocasiones nos sentimos muy cansados y pensamos que no podemos seguir adelante. Entonces DIOS nos envía a alguien cercano para ofrecernos un "caballito de madera"… Todos necesitamos palabras y gestos que nos animen y nos alegren la vida cuando estamos tristes. |
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ESTÁ EN NOSOTROS SER LUZ |
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Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves..
Entonces, el ciego le responde: – Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi…
No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer…
Está en nosotros saber usarla. El que alguien toque mi vida es un privilegio, tocar la vida de alguien es un honor, pero el ayudar a que otros toquen sus propias vidas es un placer indescriptible. |
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FÁBULA PARA IMPACIENTES por Xue Tao |
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Un mandarín a punto de asumir su primer puesto oficial, recibió la visita de un gran amigo que iba a despedirse.
-Sobre todo, sé paciente, - le recomendó su amigo- y de esa manera no tendrás dificultades en tus funciones.
El mandarín dijo que no lo olvidaría y dio gracias por el consejo. Su amigo le repitió tres veces la misma recomendación, y cada vez el futuro magistrado le prometió seguir su consejo.
Pero cuando por cuarta vez le hizo la misma advertencia, estalló y dijo: ¿Crees que soy un imbécil? ¡Basta! ¡Ya van cuatro veces que me has repetido lo mismo! -Ya ves que no es fácil ser paciente, -le contestó su amigo con calma-. Lo único que he hecho es repetir mi consejo dos veces más de lo que es conveniente y ya has montado en cólera. |
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EL PERDÓN DE LA MUERTE |
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Un anciano que vivía en el bosque diariamente tenía que trasladar la leña por un largo y difícil camino. Este diario trabajo lo cansaba mucho. En una ocasión se sentía demasiado cansado y dolorido. Su día de trabajo había sido muy fuerte, cargaba sobre su espalda leña que acababa de cortar, llevaba mucho tiempo caminando y aun el camino que le quedaba era largo, así que deseo que llegara la Muerte. Al escuchar su llamado la muerte se presentó en el sitio donde estaba el anciano, y mirándolo fijamente le preguntó que por qué la había llamado. El pobre anciano, asustado, después de haber descansado algunos minutos, con pena en el rostro le dijo:
– Quería preguntarle si usted era tan amable de ayudarme a trasladar esta carga tan pesada. Era solo eso.
La muerte lo miró con picardía y perdonó al anciano pues sus ganas de vivir eran tantas que habían logrado hacer que él se olvidara del agotamiento y del dolor que sentía.
Enseñanza: Tenga paciencia quien se crea infeliz; que aun en la situación más lamentable, lo más bonito es tener vida. |
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AUTOEVALUACIÓN |
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Un joven fue a la farmacia y pidió usar el teléfono. Mientras llamaba, el dueño de la farmacia escuchaba la conversación. —“Buenos días. ¿Me podría dar empleo? Puedo cortar el césped de su jardín. Dijo el joven al teléfono. —“Ya tengo a alguien que me corta el césped. Muchas gracias”. Se escuchó que respondía una señora del otro lado de la línea. —“Pero yo puedo cortarlo por la mitad de precio de quien se lo corta ahora”, dijo el joven. —“Gracias por la oferta, pero estoy realmente satisfecha con el servicio que recibo actualmente.” —“Pero yo puedo barrer su vereda y hacer que su jardín luzca como el más lindo de todo el vecindario”, afirmó el joven. —“No. Muchas gracias.” Concluyó la señora. Sonriendo, el joven colgó el teléfono. Entonces el dueño de la farmacia, que había escuchado toda la conversación, se acercó. —“Me gusta tu actitud muchacho. Felicitaciones por tu espíritu positivo. ¿Te gustaría trabajar aquí?”. —“No. Muchas gracias.” Respondió feliz el joven. El hombre asombrado le dijo: —“Pero si estabas pidiendo trabajo ahora.” —“No, Señor. Estaba comprobando mi desempeño en el trabajo que tengo ahora. Yo soy la persona que trabaja para la señora que acabo de colgar.”
Enseñanza: Perdemos el tiempo comparándonos con los demás, cuando lo que necesitamos para crecer como personas es compararnos con nosotros mismos, hacer auto evaluación. |
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EL BURRO EN VENTA |
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Un campesino anciano tenía un lindo burro y quería venderlo en la feria del pueblo. Llamó a su hijo para que lavara bien al burro y para que lo acompañara. Salieron caminando con el burro a su lado, y dos mujeres que pasaban por ahí se rieron de ellos y decían: -“Que tontos, van caminando cuando podrían montar el burro.” El anciano escuchó eso y le dijo a su hijo que montara el burro. Siguieron su camino y dos abuelas que estaban en el camino, al verlos, criticaron al muchacho diciendo que era un egoísta al montar él dejando que el anciano camine. El anciano padre tomó entonces el lugar del hijo montando el burro y siguieron camino. Más adelante un hombre los regañó porque vio al hijo muy cansado, y dijo que ambos debían montar el burro. Así lo hicieron, y siguieron camino, pero no tardaron en aparecer unos jóvenes que enfurecidos los criticaron por ser crueles con el burro cargándolo con tanto peso. El anciano y su hijo decidieron alzar al burro y llevarlo, para ello le ataron las patas, para que no pateara. Al cargarlo, el burro se sintió incómodo y se movió tanto que, mientras cruzaban un puente, se cayó al caudaloso río. La corriente se llevó al burro que con sus patas atadas no pudo salir, y finalmente el anciano y su hijo regresaron tristes por no haber podido lograr su cometido.
Enseñanza: Si a todos quieres complacer, feliz a nadie podrás hacer. |
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EL CARRETE MÁGICO |
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Había una vez un pequeño príncipe, inquieto y travieso, que no le gustaba estudiar. Cuando sus padres le reprendían, se lamentaba diciendo: “¡Qué ganas de ser grande para hacer todo lo que quiera!”. Un buen día, mientras se encontraba en su cuarto, descubrió junto a la ventana una bobina con hilo de oro. Ante la mirada sorprendida del principito, la bobina le habló con voz melodiosa: “Querido príncipe: He escuchado tus deseos de crecer pronto y te daré una oportunidad. A medida que desenrolles mis hilos, podrás avanzar por los días de tu vida. Pero ten cuidado, pues el hilo que se suelta no regresa, y el tiempo pasado no podrá ser recuperado jamás”. Sin poder resistir su curiosidad, el pequeño príncipe tiró del hilo y al instante, quedó convertido en un joven gallardo y robusto. Con gran entusiasmo, volvió a tirar del hilo mágico y se descubrió con la corona de su padre. “¡Soy rey!”, “¡Soy rey!”, exclamaba con gran alegría. “Por favor, carrete mágico, quiero saber cómo lucirán mis hijos y mi señora reina”, exclamó impaciente mientras estiraba nuevamente el hilo. Entonces, se apareció una mujer hermosa de largos cabellos junto a él, y tres chiquilines hermosos y gordos. La curiosidad del rey se hacía incontenible por saber cómo serían sus hijos de grande, así que tiró un tramo largo de aquel hilo, y otro más, y otro. De repente, notó que sus manos estaban pálidas y débiles, y en el reflejo del espejo descubrió un viejo consumido y seco. El príncipe, al ver que había desenrollado todo el hilo, quiso devolverlo nuevamente a su lugar, pero tal como le habían advertido, era completamente imposible. ¡Había consumido toda su vida! La bobina mágica, al verlo tan afligido exclamó: “¿Qué has hecho, criatura infeliz? En vez de vivir los momentos hermosos de tu vida, decidiste pasarlos por alto. Has malgastado el tiempo inútilmente y ya no hay nada que puedas hacer, salvo pagar por tu insolencia”. Y así quedó el anciano rey, que sólo pudo disfrutar de una corta vejez hasta que murió de tristeza en su alcoba, por haber desperdiciado toda su vida, sin vivirla como debe ser.
Enseñanza: no perdamos las horas de nuestros días pensando en lo que aún no tenemos o en lo que va a venir, el presente es algo muy valioso que jamás volveremos a recuperar. Aprendamos a vivir y aprovechar cada instante de nuestra vida. |
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LO MÁS IMPORTANTE |
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Cuando yo era muy joven, mi madre me preguntó cuál era la parte más importante del cuerpo. Yo pensaba que el sonido era muy importante para nosotros, los seres humanos, entonces dije: -Mis oídos. –No, dijo ella. Muchas personas son sordas… Pasó un tiempo y mi madre me volvió a preguntar. Yo había pensado bastante y creía tener la respuesta correcta. –La visión es muy importante para todos, entonces deben ser nuestros ojos. Ella me miró y dijo: -Todavía no tienes la respuesta correcta, porque hay muchas personas que son ciegas… Siempre creí que era un juego entre nosotros dos. Pero el día que murió mi abuelo, y ante mi dolor ella dijo: - Hoy es un día en que necesitas aprender esta importante lección. La parte más importante del cuerpo son tus hombros. Intrigado pregunté: -¿Por qué ellos sostienen mi cabeza? –No, respondió, es porque en ellos pueden apoyar la cabeza un amigo o alguien amado cuando llora. Todos necesitamos de un hombro para llorar en algún momento de nuestra vida. En esa ocasión descubrí cuál es la parte del cuerpo más importante, porque en aquel momento, quien necesitó un hombro, fui yo.
Enseñanza: Lo más importante no se percibe con los sentidos, sino con el corazón. |
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La vocación (Por Ana María Martínez) |
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Dos gusanos vivían en un árbol frondoso. En un momento dado, uno de ellos, movido por un fuerte impulso interior, comenzó a encerrarse en un capullo de seda. Hasta ese momento los dos habían sido grandes amigos. - ¿Qué estás haciendo? –gritó espantado su compañero, que era más reflexivo y prudente– ¡vas a aislarte del árbol! ¿Y las jugosas hojas que estás dejando? ¿Y los nuevos brotes del tallo central? ¡No podrás comer ni moverte por el árbol si te encierras ahí! Dado que su compañero no respondía, el “prudente” decidió buscar apoyo moral en los demás gusanos y trajo unos cuantos junto al capullo de seda, que ya estaba por terminarse. - ¡No cierres aún, espera! Y escuchó al coro de gusanos que decía: “Mira lo que dejas, mira lo que dejas…” pero él, se encerró tras la seda, pues el impulso era muy fuerte y no podía explicarlo. Los gusanos se quedaron mirando la cápsula de seda y pasaron toda la tarde comentando el suceso. “Se volvió loco”, decían. “¡Qué aburrida debe ser la vida ahí adentro!”, y “¡mira lo que se está perdiendo!, ¿a quién le cabe en la cabeza despreciar un árbol tan frondoso?… ¿tú te encerrarías ahí?... ¡con lo simpático y joven que era!” Después de un tiempo encontraron el capullo roto y vacío. No supieron qué pensar, así que decidieron mantener sus opiniones y seguir mascando hojas y ramitas sin volver a tocar el tema del capullo de seda. Mientras tanto, una mariposa hermosísima se alejaba del árbol volando hacia el atardecer.
Enseñanza: La vocación es esa respuesta de fidelidad y amor a uno mismo y a Dios en el plan que él mismo soñó desde siempre para cada uno de nosotros. ¿Qué importa ir contra la corriente si el fruto de nuestra decisión nos transforma en lo que siempre soñamos, aún sin saberlo? |
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La rana que no quiso morir (Publicado en el sitio www.sabiasmoralejas.wordpress.com) |
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Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás se reunieron alrededor del hoyo y les dijeron a las dos del fondo que a los efectos prácticos se debían dar por muertas. Las dos ranas no hicieron caso de los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente una de las ranas puso atención en lo que las otras decían y se rindió. Ella se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritó que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana saltó cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo. Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: – ¿ No escuchaste lo que te decíamos ? La rana les explicó que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y más para salir del hoyo.
Enseñanza: nuestro oído tiene tanto poder como la lengua, escuchemos y usemos palabras que construyan en vez de destruir. |
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El elefante encadenado (Jorge Bucay) |
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Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?” No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Enseñanza: Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad… condicionados por el recuerdo de «no puedo»… Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón… |
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El gallo orgulloso (Publicado en el sitio www.sabiasmoralejas.wordpress.com) |
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En un gallinero había dos gallos, éstos reñían por la preferencia de las gallinas y el liderazgo; y al fin uno puso en fuga al otro.
Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo. Mas no tardó un águila en caerle y raptarlo por estar tan expuesto en aquel lugar alto. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero.
Enseñanza: A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate. |
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Las cuatro estaciones |
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Había una vez un hombre que tenía cuatro hijos. El honbre buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces los envió a cada uno por turnos a visitar un peral que estaba a una gran distancia. El primer hijo fue en el invierno, el segundo en la primavera, el tercero en el verano y el hijo más joven en el otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado; su padre los llamó, y juntos les pidió que describieran lo que habían visto. El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, dijo que estaba cargado de flores, que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto. El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, y dijo que el peral estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción. Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, solo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones ya han pasado. |
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El viaje es corto |
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Una mujer anciana se subió a un autobús y tomó su asiento. En la siguiente parada, una joven mujer, fuerte y gruñona subió y se sentó bruscamente junto a la anciana, golpeándola con sus numerosas bolsas.
Al ver que la anciana se mantenía en silencio la joven le preguntó por qué no se había quejado cuando la golpeó con sus bolsas?
La anciana respondió con una sonrisa:
- "No es necesario ser mal educada o discutir sobre algo tan insignificante, ya que mi viaje a tu lado es tan corto porque me bajaré en la próxima parada."
Enseñanza: El viaje es corto, piensa bien en qué vale la pena gastar tus energías. |
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Mala suerte, buena suerte... |
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Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. “Qué mala suerte”, le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”. Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero. El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”. Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?”.
Enseñanza: Es realmente imposible saber verdaderamente si lo que nos sucede es bueno o malo... en lo que parece bueno puede haber riesgos, y en lo que parece malo puede haber oportunidades. |
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Pedacito de cielo |
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Un campesino cansado de la rutina del campo y de tanto trabajo duro, decidió vender su finca. Como sabía que su vecino era un destacado poeta, se decidió a pedirle el favor de que le hiciera el aviso de venta. El poeta accedió gustosamente y empezó a elaborarlo. El cartel decía: “Vendo un pedacito de cielo, adornado con bellas flores y verdes árboles, hermosos prados y un cristalino río con el agua más pura que jamás hayan visto”. El poeta tuvo que marcharse por un tiempo, pero a su regreso decidió visitar a sus nuevos vecinos, pensando que aquél hombre del aviso de venta ya se había mudado. Cuál fue su sorpresa al encontrarse otra vez con el campesino trabajando en sus campos. El poeta le preguntó: ¡Amigo! ¿No se iba de la finca? El campesino con una sonrisa le respondió: No mi querido vecino, después de leer el aviso que usted me hizo, comprendí que tenía el lugar más maravilloso de la tierra y que por ahora no existe otro mejor…
Enseñanza: Tú no necesitas esperar a que venga un poeta para realizar un cartel que diga lo maravillosa que es tu vida ¿o sí? |
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Recuerdos de amistad |
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Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. Uno de ellos, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: “Hoy mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: “Hoy mi mejor amigo me salvó la vida”. Intrigado, el amigo preguntó: -¿Por qué, después que te lastimé, escribiste en la arena, y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió: -Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo. |
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El caballo en el pozo |
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Un campesino, que luchaba con muchas dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí. El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó entonces la difícil decisión de decirle al capataz que sacrificase el animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo.
Y así se hizo. Comenzaron a lanzar tierra dentro del pozo de forma de cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal este la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo para ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente consiguió salir.
Si estás “allá abajo”, sintiéndote poco valorado, y otros lanzan tierra sobre ti, recuerda el caballo de esta historia. Sacude la tierra y sube sobre ella. |
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Las cosas no son siempre lo que parecen |
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Dos ángeles que viajaban pararon a pasar la noche en el hogar de una familia rica. La familia era grosera, y rechazó la estancia de los ángeles en el cuarto de huéspedes de la mansión. En su lugar, los ángeles fueron hospedados en un espacio frío del sótano. Hicieron su cama en el suelo duro. Entonces, el ángel más viejo vio un agujero en la pared y lo reparó. Cuando el ángel mas joven le preguntó por qué lo hizo, el ángel viejo le contesto: - “Las cosas no son siempre lo que parecen.” La noche siguiente, los ángeles se hospedaron en un hogar muy pobre, pero el granjero y su esposa eran muy hospitalarios. Después de compartir el poco alimento que tenían, los esposos dejaron dormir a los ángeles en la cama de ellos, para que estuvieran cómodos el resto de la noche. Cuando el sol salió, a la mañana siguiente, los ángeles encontraron al granjero y a su esposa muy tristes: Su única vaca, de la cual obtenían dinero por su leche, yacía muerta en el campo. El ángel joven se enojó, y le preguntó al ángel viejo porqué permitió que esto sucediera. - “El primer hombre tenía todo y le ayudaste… la segunda familia tenía muy poco y estaban dispuestos a compartir todo… y dejaste morir a su única vaca.” - “Las cosas no siempre son lo que aparentan”, le contesto el viejo ángel. - “Cuando permanecíamos en el sótano de la mansión, noté que había oro en ese agujero de la pared. Puesto que el propietario era tan obsesionado, avaro y poco dispuesto a compartir su buena fortuna, sellé la pared para que jamás lo encuentre. Ayer por la noche, cuando nos dormimos en la cama de los granjeros, el ángel de la muerte vino a por su esposa. Le dí la vaca en lugar de ella. Las cosas no son siempre lo que parecen.” |
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Papeles al viento |
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Había una vez, un anciano que difundió rumores de que su vecino era un ladrón. Como resultado, el joven fue arrestado.
Días después, se probó que era inocente, y después de ser liberado, demandó al anciano por haberle acusado injustamente. En la corte, el anciano dijo al juez: "Fueron solo comentarios".
El juez le dijo: "Escribe todo lo que dijiste sobre él en un papel. Córtalo en pedacitos, y de camino a casa, tira los trozos de papel por la ventana de tu auto. Mañana vuelve para oír la sentencia".
Al dia siguiente, el juez le dijo al anciano que antes de recibir la sentencia, era necesario que fuera a recoger todos los trozos de papel. El anciano dijo: "¡No puedo hacer eso! El viento los esparció por todas partes, y no puedo saber dónde están".
Entonces, el juez respondió: "Del mismo modo palabras y comentarios simples pueden destruir el honor de una persona al punto que ya no pueda recobrarlo".
Enseñanza: Si no puedes hablar bien de alguien, no digas nada en absoluto. Seamos dueños de nuestras bocas, así no seremos esclavos de nuestras palabras. |
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Espíritu Navideño |
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Como todos los años, debían decidir en qué casa se festejaría la navidad en familia. Después de varios minutos de intercambiar opiniones, al fin decidieron que este año sería en la casa de Lucía, ya que nunca lo habían celebrado allí. Todos contentos menos Lucía, pues lo primero que pensó fue en todo el trabajo que le venía encima para poder recibir a los invitados, ordenar, limpiar, y sobre todo cocinar. Entre quejas se sentó en el sillón y se quedó dormida agotada de pensar en lo malo de la navidad.
En sueños, se vio a sí misma convertida en Papá Noel, con un abultado saco al hombro y viajando a bordo de un trineo que se deslizaba tirado por una fuerza invisible, sin ciervos ni renos. No sabía hacia donde se dirigía pero parecía que el trineo sí sabía cuál era su lugar de destino.
Finalmente, el trineo se detuvo ante la puerta de una rústica casita en el bosque, de cuya chimenea escapaba un inmaculado y cálido humo blanco. Llamó a la puerta y ésta se abrió inmediatamente, pero nadie apareció tras ella. Entró y se encontró un salón con decorado navideño, con un hermoso pesebre y un bello árbol de Navidad, esto le provocó una profunda y tierna sensación hogareña, que comenzó a traerle bellos recuerdos. En el centro del comedor había una acogedora mesa, con velas encendidas y con todo dispuesto para compartir una alegre comida.
Después de observar todo el lugar depositó el saco en el suelo y guiada por la curiosidad abrió la abultada bolsa que traía. Al abrirla se encontró con la sorpresa de que estaba llena de deliciosas comidas navideñas, confites, dulces y demás. De a uno, fue dejando todo sobre la mesa, y cada vez que sacaba algo los recuerdos llegaban a su corazón haciendo que alguna lágrima se escurriera por su mejilla. La sonrisa de la abuela al bendecir la mesa con sus cantos, el beso de mamá que nunca faltaba después de brindar, la risa y la alegría de los niños al recibir los dulces y confites, los abrazos y los buenos deseos frente al pesebre….
Entonces despertó suavemente, y sonrió… ahora se sentía feliz de que celebrar la navidad en familia en su casa, se sintió feliz de poder preparar todo para sus seres queridos… se había dado cuenta que aquella fuerza invisible que tiraba el trineo del sueño, era exactamente lo más importante de la navidad, y que justamente ella había olvidado: el amor. |
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Los granos de trigo |
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Érase una vez un mendigo caminando, alforja al hombro, llena de las limosnas del día, quizás maldiciendo su suerte, que oyó tras de sí el galopar de unos caballos. Tras los caballos iba una carroza digna de un rey, su aspecto deslumbraba, hasta parecía mágica, de fantasía. Al pasar junto a él la carroza se detuvo, y alguien se asomó a la puerta, efectivamente era un rey. Por unos segundos el mendigo soñó con un plato lleno de comida, con un traje nuevo, incluso con una ducha caliente para aquella noche. El mendigo dijo al rey: - Señor, ¿qué podéis darme para sacarme de esta pobreza que amarga mi existencia? El Rey extendió su mano vacía hacia el mendigo y le dijo: - Soy yo quien necesito que tú me des una limosna. El mendigo se enfadó con el rey y con su propia mala suerte. Pero ante la insistencia del rey, o quizás por miedo a un castigo mayor, el mendigo metió la mano en su alforja, y sacó cinco granos de trigo. - Muchas gracias, mendigo, gracias por tu limosna -, le dijo el Rey, quien cerró la puerta y los caballos de nuevo cabalgaron. El mendigo se sintió burlado por su Rey, ... pero llegada la noche, vació su alforja para contar sus limosnas y encontró cinco granos de oro. En su pensar de dónde salieron, se acordó enseguida de los cinco granos que dio al Rey. - Yo le di unos granos de trigo y él los convirtió en granos de oro. ¿Por qué no le di todos los granos de trigo?, ahora tendría mi alforja llena de oro!!!
Enseñanza: Cuando uno es generoso gana más de lo que pierde. |
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La ratonera |
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Un ratón que vivía en una granja entró a la casa y vio que el granjero dejaba una ratonera en el piso. Quedó aterrorizado. Entonces, se fue a advertir a todos los animales: "¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!"
La gallina que estaba buscando sus lombrices en la tierra, cacareó y le dijo: "¡Discúlpeme, sr. ratón: entiendo que sea un gran problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada, ni me molesta!" Y el ratón se entristeció.
El ratón siguió corriendo buscando ayuda, y llegó hasta el cordero y le dijo: "¡hay una ratonera en la casa!" "¡Discúlpeme, sr. ratón, pero no veo nada que pueda hacer, pues yo como pasto. ¡Quédese tranquilo, usted estará en mis oraciones!"
El ratón se fue hasta donde estaban las vacas y le dijeron: “¿Qué nos dice, sr. ratón? ¿Una ratonera? ¿Estamos en peligro por casualidad nosotras? ¡Creo que no!”
Entonces el ratón se volvió a la casa, cabizbajo y abatido, para encarar solo la ratonera...
Aquella misma noche se escuchó un ruido como el de una ratonera agarrando su víctima. La mujer del granjero corrió a ver qué había en la ratonera. Pero, en la obscuridad, no vio que la trampa había agarrado la cola de una víbora venenosa, y la víbora la mordió.
El hombre la llevó corriendo al hospital. La mujer fue atendida muy bien por el médico, quien logró detener el veneno. El granjero quedó tan agradecido con el médico que le prometió un cordero como paga. Aunque la mujer seguía con fiebre le dijeron que podía ir a casa y recuperarse allí. El granjero llegó a la casa y pensó que nada sería mejor para ella que un buen caldo de gallina. El hombre entonces tomó el cuchillo y fue a buscar al principal ingrediente: la gallina. Luego siguió con el cordero para cumplir su promesa con el médico.
En los días siguientes todos los vecinos venían a visitar a la enferma y al granjero, les traían obsequios y mucho cariño. Fue por eso que cuando la mujer por fin se curó, el granjero decidió ofrecer para todos un gran asado. Con su cuchillo fue a buscar una vaca.
¿Se dieron cuenta quien se salvó al final?
La próxima vez que oigas decir que alguien está enfrentando un problema, y creas que a ti no te afecta, piénsalo dos veces. En todas las casas pueden necesitar una ratonera ¡y todos los integrantes corren peligro!
Moraleja: En una comunidad, como en un grupo de amigos y en la propia familia, cuando un integrante tiene un problema, este problema es de todos y juntos deben resolverlo o ver en qué pueden ayudar para aligerar la carga del problema. |
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Vivir como las flores (Publicado en el sitio www.cuentosqueyocuento.blogspot.com.ar) |
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- "Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto?. Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian."
- "¡Pues, vive como las flores!", advirtió el maestro. - "Y... ¿cómo es vivir como las flores?", preguntó el discípulo.
- "Pon atención a esas flores", continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. - "Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos."
- "Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse... Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien."
- "Esto, es vivir como las flores" |
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El tesoro en el viñedo (Publicado en el sitio www.cuentosqueyocuento.blogspot.com.ar) |
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Un anciano labrador dueño de un viñedo tenía tres hijos. A ninguno le gustaba el trabajo y habían confiado su vida a la buena suerte. Como el anciano estaba por morir, los llamó y les dijo: - “Les voy a revelar un secreto... en mi campo, cerca de alguna de las vides, hay enterrado un tesoro, a poca profundidad... si lo encuentran, los tres podrán vivir cómodamente”. A los pocos días murió. Los hijos repartieron la tierra en partes iguales y comenzaron a cavarla. No contrataron peones para no correr riesgos. Fue un trabajo lento y prolijo en el que daban vuelta a cada terrón. Tardaron un mes y medio y no encontraron nada. Cambiaron los lotes y repitieron la operación sin hallar nada. Otra vez rotaron las parcelas con igual resultado. Pero al cabo de cuatro meses, descubrieron que las vides estaban cargadas de enormes racimos de uvas. Como la tierra había sido removida con tanta dedicación, la cosecha fue muy abundante y les dio una ganancia superior al valor del tesoro que buscaban. Así que descubrieron que, si repetían el esfuerzo todos los años, podrían vivir cómodamente. El tesoro estaba en la tierra, pero había que buscarlo de otra manera. |
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Compartir nuestra luz (Publicado en el sitio www.cuentosqueyocuento.blogspot.com.ar) |
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Hu-Song, filosofo de Oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia: - "Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña antorcha. Pero la luz que daba era tan escasa que aún así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia antorcha y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".
Uno de los discípulos pregunto a Hu-Song: - "¿Qué nos enseña, maestro, este relato?"
Y Hu-Song contestó: - "Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer." |
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El punto negro |
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Un día, un profesor entra a la clase y le dice a los alumnos que se preparen para una prueba sorpresa. Todos se pusieron nerviosos mientras el profesor iba entregando la hoja del examen con la parte frontal para abajo, de modo que no vieran lo que contenía hasta que él explicara en qué consistía la prueba.
-Una vez que entregó todas las hojas, les pidió que las dieran vuelta y miraran el contenido. Para sorpresa de todos, era una hoja en blanco que tenía en el medio un punto negro. Viendo la cara de sorpresa de todos sus alumnos, el profesor les dijo: ahora van a escribir una redacción sobre lo que están viendo.
Todos los jóvenes, confundidos, se pusieron a pensar y a escribir sobre lo que veían. Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas, las colocó en el frente del escritorio y comenzó a leer las redacciones en voz alta. Todas, sin excepción se referían al punto negro de diferentes maneras.
Terminada la lectura, el profesor comenzó a hablar de la siguiente manera:
– Este examen no es para darles una nota, es sólo para darles una lección de vida. Fíjense en esto, y saquen sus conclusiones: Nadie habló de la hoja en blanco, sino que todos centraron su atención en el punto negro. |
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Águila o gallina |
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La historia comienza con un huevo que un granjero se había encontrado en su camino de regreso a casa. El granjero tomó el huevo y lo llevó a la granja donde tenía un gallinero, colocó el huevo en uno de los nidos de las gallinas para que lo calentaran. Ahí duró el huevo por un tiempo, éste era un poco más grande que los demás huevos.
En ese gallinero habitaban muchas gallinas con sus pollitos, y una de las gallinas era la que estaba empollando al huevo. Un día el huevo comenzó a moverse y se empezó a quebrar, de modo que la cría logro salir del caparazón. Lo que salió no era un pollito, sino un aguilucho.
Cuando el aguilucho nació vio como los demás pollitos y las gallinas picoteaban el suelo para comer, por lo que empezó a picotear el suelo como los pollitos y las gallinas. Esta ave comenzó a adoptar las costumbres de las gallinas, puesto que a su alrededor había puras gallinas. Entonces todos los días picoteaba el suelo y comía gusanos, maíz, y todo lo que le echaran en el piso. Siempre mirando el suelo.
Un día, después de algún tiempo, el aguilucho vio en el suelo una enorme sombra volar sobre él y que lo cubría completamente. Entonces sorprendido alzó la vista ver qué era lo que provocaba la sombra y para su sorpresa vio una enorme ave volar por los cielos.
El aguilucho se empezó a preguntar —¿Qué será esa sombra?— por lo que se acercó a su mamá gallina y le pregunto:
—Oye mamá, ¿Qué es esa sombra que se ve allá arriba?
—¡Oh hijo mío! pues ese ave es la reina de los cielos.
—¡¿En serio mamá?! Es sorprendente, pero ¿Qué es?
—Bueno hijo mira, ella es un águila… un águila real… la reina de los cielos, aquella que vuela en las alturas. Es la mejor ave de todas, la que come de la mejor comida y vuela hacia donde ella quiere.
—Mamá y ¿Por qué nosotros no podemos volar como ella?
—No hijo, su plumaje es mucho mejor que el de nosotros, sus alas son más grandes y ella no está gorda como nosotras las gallinas.
Decepcionado el aguilucho por lo que le dijo su mamá gallina siguió observando todos los días al águila real. Sentía deseos de ser como ella y decidió intentarlo. Un día salió corriendo a lo largo del gallinero abriendo sus alas, aleteando y saltando muy rápido, mientras su mamá gallina junto con las demás gallinas lo miraban y se reían de él por creer que podría volar. El aguilucho, después de varios intentos logró elevarse. Voló libremente y feliz por los aires, pero ninguna de las gallinas lo vio porque seguían mirando el suelo en busca de comida. |
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Las cuatro velas |
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Las cuatro velas se quemaban lentamente. En el ambiente había tal silencio que se podía oír el diálogo que mantenían.
La primera dijo: – ¡YO SOY LA PAZ! Pero las personas no consiguen mantenerme. Creo que me voy a apagar. Y, disminuyendo su fuego rápidamente, se apagó por completo.
Dijo la segunda: – ¡YO SOY LA FE! Lamentablemente a los hombres les parezco superflua. Las personas no quieren saber de mí. No tiene sentido permanecer encendida. Cuando terminó de hablar, una brisa pasó suavemente sobre ella y se apagó.
Rápida y triste, la tercera vela se manifestó: – ¡YO SOY EL AMOR! No tengo fuerzas para seguir encendida. Las personas me dejan a un lado y no comprenden mi importancia. Se olvidan hasta de aquellos que están muy cerca y les aman. Y, sin esperar más, se apagó.
De repente… entró un joven y vio las tres velas apagadas. -Pero, ¿qué es esto? Deberían estar encendidas hasta el final. Entonces, la cuarta vela habló: – No tengas miedo: mientras yo tenga fuego, podremos encender las demás velas. ¡YO SOY LA ESPERANZA!
El joven, con los ojos brillantes, agarró la vela que todavía ardía… y encendió las demás.
¡QUE LA ESPERANZA NUNCA SE APAGUE DENTRO DE NOSOTROS! ¡Y que cada uno de nosotros sepamos ser la herramienta que los demás necesitan para mantener la Esperanza, la Fe, la Paz y el Amor! |
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Los tres consejos |
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Una pareja de recién casados era muy pobre. Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa: - “Querida yo voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, buscar empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No se cuánto tiempo voy a estar lejos, solo te pido una cosa: que me esperes y, mientras yo esté lejos, me seas fiel, pues yo te seré fiel a ti.”
Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda. El joven llegó y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también. El pacto fue el siguiente: - “Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya. El día que yo salga Ud. me dará el dinero que yo haya ganado."
Estando ambos de acuerdo. Aquel joven trabajo durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acercó a su patrón y le dijo: - “Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa.” El patrón le respondió: - “Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, solo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien? Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos y no te doy el dinero y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.”
Él pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo: “QUIERO LOS TRES CONSEJOS”. El patrón le recordó: “Si te doy los consejos, no te doy el dinero.” Y el empleado respondió: “Quiero los consejos.”
El patrón entonces le aconsejo:
- NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.
- NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL. Pues la curiosidad por el mal puede ser fatal.
- NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR. Pues puedes arrepentirte demasiado tarde."
Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven, así: - “Aquí tienes tres panes, dos para comer durante el viaje y el tercero es para comer con tu esposa cuando llegues a tu casa.”
El hombre entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que el tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludo y le pregunto: - “¿Para dónde vas?” Él le respondió: - “Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera.” La persona le dijo entonces: - “Joven, este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días”.
El joven contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo, “NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. CAMINOS MAS CORTOS Y DESCONOCIDOS TE PUEDEN COSTAR LA VIDA”. Entonces se alejó de aquel atajo y volvió a seguir por el camino normal. Dos días después se enteró de otro viajero que había tomado el atajo, y lo asaltaron, lo golpearon, y le robaron toda su ropa. Ese atajo llevaba a una emboscada.
Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera. Era muy tarde en la noche y parecía que todos dormían, pero una mujer malhumorada le abrió la puerta y lo atendió. Como estaba tan cansado, tan solo le pagó la tarifa del día sin preguntar nada, y después de tomar un baño se acostó a dormir.
De madrugada se levantó asustado al escuchar un grito aterrador. Se puso de pie de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir hacia donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo. “NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL PUES LA CURIOSIDAD POR EL MAL PUEDE SER FATAL”. Regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado un grito y él le contesto que si lo había escuchado. El dueño de la posada de preguntó: - "¿Y no sintió curiosidad?" Él le contesto que no. A lo que el dueño les respondió: - "Usted ha tenido suerte en salir vivo de aquí, pues en las noches nos acecha una mujer maleante con crisis de locura, que grita horriblemente y cuando el huésped sale a enterarse de qué está pasando, lo mata, lo entierra en el quintal, y luego se esfuma."
El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa. Después de muchos días y noches de caminata. Ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzo a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía en sus piernas, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuro sus pasos, cuando recordó el tercer consejo: “NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, PUES PUEDES ARREPENTIRTE DEMASIADO TARDE”.
Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer ya con la cabeza fría, él dijo: - “No voy a matar a mi esposa. Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta. Solo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel a ella.”
Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga de su cuello y lo abraza afectuosamente. El trata de quitársela de arriba, pero no lo consigue. Entonces con lágrimas en los ojos le dice: - “Yo te fui fiel y tú me traicionaste." Ella espantada le responde: - “¿Cómo?... Yo nunca te traicioné. Te esperé durante veinte años." Él entonces le preguntó: - “¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?" Y ella le contestó: - “Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad."
Entonces el marido entró, conoció, abrazó a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos. Después, con lágrimas de emoción, partió el pan, y al abrirlo, se encontró con un cheque con todo su dinero, el pago de sus veinte años de dedicación... |
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La construcción |
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Un Empresario le dijo a su empleado: “Quiero que me construyas una casa; aquí están los planos, ¡Quiero que la hagas conforme este diseño!... ¡No quiero que falte nada!”
El empleado tomó los planos y pero se molestó porque le faltaban sólo 3 meses para jubilarse, comenzó a decirse: “¡Me faltan 3 meses para jubilarme y este hombre me da un trabajo para seis meses! Pues lo haré, pero voy a utilizar materiales de segunda, no me voy a esmerar mucho, haré lo que pueda, y así me quedará dinero para mí.”
Las columnas las hizo sin mucho esmero, usó materiales baratos y de segunda, en toda la edificación de la casa utilizó materiales no acordes a la estructura y sólo se esmeró en la fachada para engañar al dueño, y lo que podía saltarse en la fabricación lo hizo, de tal manera se "ahorraría" el tiempo que necesitaba normalmente para hacerlo y así irse lo más pronto posible.
Cuando terminó la edificación, se presentó el jefe y miró la casa, observó que habían algunos detalles pero se acercó a su empleado y le dijo: “¡Toma las llaves!... ¡Este es tu regalo!... ¡Por todos los años que me has servido!... ¡¡¡Esta es tu casa!!!”
¿Cómo cree usted que se sintió este hombre al oír aquello? Él lamentablemente había cosechado lo que había sembrado... |
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Los tres ancianos |
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Una mujer que salía de su casa vio a tres ancianos sentados en el jardín de su casa. “No sé quiénes son ustedes, pero deben tener hambre. Por favor, pasen que les daré algo de comer”.
“¿Está el hombre de la casa?”, preguntó uno de ellos. “No, no está”, respondió ella. “Entonces no podremos entrar” dijeron los ancianos.
Al atardecer, cuando su marido llegó a la casa, la señora le contó lo sucedido. “Ve y diles que yo estoy en casa y que los invito a pasar a los tres”. La mujer salió y los invitó amablemente a que pasaran. “Nosotros no podemos ser invitados a una casa juntos” dijo con determinación uno de los ancianos.
“¿Por qué?” preguntó la mujer muy intrigada. Un anciano respondió: “Su nombre es Riqueza” señalando a uno de ellos y señalando al otro agregó: “Su nombre es Éxito, y el mío es Amor… ahora, ve con tu marido y decidan a cuál de nosotros prefieren invitar”.
“¡Qué fantástico! Si ese es el caso invitemos a Riqueza. Así llenaremos nuestra casa con riquezas” Dijo el marido cuando escuchó lo que le contó la mujer. “No, no me parece buena idea… ¿Por qué no elegimos a Éxito? así seremos admirados por todos”.
Su hija pequeña que escuchaba la conversación desde su habitación exclamó: “¿ Por qué no invitamos al Amor? ¿Por qué siempre hay que pensar en las riquezas y el éxito como si el amor no fuera importante para nosotros?” La intervención de la niña dejó a sus padres en silencio y avergonzados.
“Sí, ella tiene razón” dijo la madre. Y el padre agregó: “Sigamos el consejo de nuestra hija”
La mujer salió al encuentro de los ancianos y preguntó: “¿Cuál de ustedes es Amor? … Por favor, pase y sea nuestro invitado.”
Amor se levantó y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y los siguieron. Sorprendida, la mujer miró a Éxito y a Riqueza y preguntó: “Sí yo solamente invité a Amor ¿Por qué ustedes también vienen?”
Los tres ancianos respondieron juntos: “Si hubiese invitado a Éxito o a Riqueza los otros dos se quedaban afuera, pero ustedes invitaron a Amor, y donde quiera que él vaya los otros lo siguen. Porque donde hay amor siempre hay éxito y riqueza.” |
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¿Por qué Navidad? |
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Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad.
Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.
Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.
-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!
Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.
Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.
Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.
Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.
-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.
Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.
Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron.
El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.
-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada?
Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.
-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.
Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.
El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:
-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!
Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:
-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!
De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.
Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: "¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!" |
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La semilla de la honestidad |
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Un exitoso hombre de negocios se estaba haciendo viejo y sabía que era el momento de elegir un sucesor para hacerse cargo del negocio. En lugar de elegir uno de sus gerentes o sus hijos, decidió hacer algo diferente. Él llamó a todos los jóvenes ejecutivos de su compañía en conjunto. Dijo: "Es hora de que me retire y elegiré el próximo Director . He decidido elegir a uno de ustedes." Los jóvenes ejecutivos se sorprendieron, pero continuó el jefe: "Hoy voy a dar a cada uno de ustedes una semilla- una muy especial semilla. Quiero que planten la semilla, le pongan agua y vuelvan aquí dentro de un año con lo que ha crecido de la semilla que les he dado. Luego juzgaré las plantas que traigan y el dueño de la planta que yo elija será el próximo Director.
Un hombre, llamado Jim, estaba allí ese día y al igual que los otros, recibió una semilla. Fue a su casa y con entusiasmo le contó a su esposa la historia. Ella le ayudó a conseguir un bote, la tierra, la composta y plantó la semilla. Todos los días, añadía agua y miraba si había crecido algo la planta. Después de unas tres semanas, algunos de los otros ejecutivos comenzaron a hablar de sus semillas y de las plantas que comenzaban a crecer. Jim miraba su semilla, pero nada que crecía. Tres semanas, cuatro, cinco semanas pasaron, todavía nada.
Pasaron seis meses, aún no había nada en el bote de Jim. Sólo sabía que había dañado su semilla. Todo el mundo tenía árboles y plantas altas, pero él no tenía nada. Jim no le dijo nada a sus colegas, sin embargo, mantuvo regando y fertilizando la semilla, deseaba que la semilla creciera.
Un año pasó y por último todos los jóvenes ejecutivos de la empresa trajeron sus plantas delante de el Director general para la inspección. Jim le dijo a su esposa que no iba a llevar un bote vacío. Pero ella le pidió que fuera honesto acerca de lo sucedido. Jim se sintió mal, pensó que iba a ser el momento más embarazoso de su vida, pero sabía que su esposa estaba en lo cierto. Tomó su bote vacío y lo llevo a la sala de juntas.
Cuando Jim llegó, se sorprendió de la variedad de plantas cultivadas por los demás ejecutivos. Eran hermosas, en todas las formas y tamaños. Jim puso el bote vacío en el suelo y muchos de sus colegas se rieron, algunos sentían pena por él!
Cuando el Director llegó, examinó la habitación y saludó a sus jóvenes ejecutivos. Jim sólo trató de esconderse en la parte posterior. "Vaya, qué grandes plantas, árboles y flores que han crecido," dijo el Director . "Hoy en día uno de ustedes será nombrado Director en reemplazo mío!" De repente, el Director vio a Jim en el fondo de la sala con su bote vacío. Ordenó al Gerente Financiero traerlo al frente. Jim estaba aterrorizado. Pensaba, 'El Director sabe que soy un fracaso! Tal vez me va a despedir! "
Cuando Jim llegó a la parte delantera, el Director le preguntó qué le había pasado a la semilla. Jim le contó la historia. El Director pidió a todos sentarse, excepto Jim. Miró a Jim, y luego anunció a los jóvenes ejecutivos, "¡He aquí a un lado su nuevo Director! ¡Su nombre es Jim! Jim no lo podía creer. "¿Cómo podía ser el nuevo Director ?" Dijeron los otros.
A continuación, dijo el Director : 'Hace un año, les di a todos en esta sala una semilla. Yo les dije que tomaran la semilla, la plantaran, la regaran con agua y la trajeran de vuelta a mi hoy. Pero yo les di a todos semillas muertas, no era posible que crecieran. Todos ustedes, a excepción de Jim, me han traído árboles, plantas y flores. Cuando encontraron que la semilla que yo les di no crecería, la sustituyeron por otra semilla. Jim fue el único con el coraje y la honestidad que me trajera un bote con mi semilla que le di. Por lo tanto, él es el que será el nuevo Director ! "
Recuerden: Si plantas honestidad, recogerás confianza. |
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EL ÁNGEL DE LOS NIÑOS |
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Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios.
-Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? Tan pequeño e indefenso como soy.
-Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando y que te cuidará.
-Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
-Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
-¡Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
-Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñara a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
-Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.
-He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
-Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.
-Pero estaré siempre triste porque no te veré más, Señor.
-Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando…
-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!- ¿Cómo se llama mi ángel?
-Su nombre no importa, tú le dirás: MAMÁ |
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EL ALPINISTA DE LA FRONTERA (Tomado de "El arcón literario") |
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Cuentan por allí, que un alpinista de la frontera, ambicioso y desesperado, desde siempre, por conquistar el gran Aconcagua, se lanzó a realizar su cometido. Pero siempre creyó en obtener la gloria de manera muy personal, por sí solo; así que optó por escalar la peligrosa montaña sin compañeros de aventura. Así inició su travesía, luego de varios años de preparación física y mental.
Comenzó a escalar a media mañana y sin darse cuenta se fue haciendo tarde, el frío se acrecentaba aún más, luego llegó el anochecer y en vez de acampar, como hubiera hecho cualquier experto, no ávido, decidió seguir subiendo y subiendo; entretanto la oscuridad se volvió total, pero no importaba, su única meta era la cima, y continuó escalando.
En lo profundo de la noche, ya sin luna, a gran altura, entre él, la montaña y las pesadas nubes que tocaban su cuerpo, la visibilidad era inexistente. Entresubiendo por un acantilado, a casi 100mts. De la cima, imprevistamente, resbaló con un charco de hielo y se desplomó por los aires, como un objeto arrojado al vacío, vertiginosamente y a gran velocidad; solo se cruzaban a su paso oscuras manchas que veía, como una película, entre la oscuridad; sin poder aferrarse a nada era succionado aceleradamente por la gravedad. Seguía cayendo, resignado y espantado, y en ese momento interminable, mortal, en su mente se despertaron las imágenes de su pasado: la infancia, la adolescencia, su adultez, su familia, sus gratos momentos, todo lo vivido; creyendo al fin que era su hora, que ya moría…de repente un violento tirón, que casi lo parte en dos; sí, como cualquier alpinista hubiera hecho, había clavado en la pared montañosa las estacas de seguridad con candados agarrados a una larguísima soga que amarraba su cintura.
En ese momento da calma y quietud, temblando de miedo y frío, suspendido en el aire con un movimiento pendular, de repente, gritó:
“Ayúdame, Dios mío”
Y de pronto una voz grave y refulgente emergió de la oscuridad, y dijo:
-“¿Qué quieres que haga, hijo?”
-“Sálvame, Dios mío”, dijo el alpinista.
-¿“Realmente crees que puedo salvarte, hijo?
-“Por supuesto que sí, Señor”
-“Entonces, dijo la imperante voz, corta la cuerda que te sostiene…”
Instantáneamente un silencio sepulcral invadió la montaña y sus alrededores; y el alpinista de la frontera se aferró aún más a la larga soga, hasta herir las palmas de sus manos; y exhausto, en el vaivén, se quedó reflexionando profundamente…
Cuentan que cuando el equipo de rescate llegó al lugar, hallaron colgado a un experto alpinista, congelado, agarrado con fuerza de una soga, y ya muerto…A SOLO DOS METROS DEL SUELO.
Para pensar: ¿A QUÉ DISTANCIA CREES QUE ESTÁS DEL SUELO? ¿QUÉ TAN CONFIADO ESTÁS DE TU CUERDA? ¿POR QUÉ NO LA SUELTAS? |
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EL CONSTRUCTOR DE PUENTES (Por Elena Fernández Bayo) |
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Se cuenta que, en una oportunidad, dos hermanos que vivían en fincas vecinas, separadas solamente por un pequeño arroyo, entraron en conflicto. Fue la primera gran desavenencia en toda una vida trabajando lado a lado, repartiendo las herramientas y cuidando uno del otro.
Pero ahora todo había cambiado. Lo que había empezado con un pequeño mal entendido finalmente explotó en un intercambio de palabras ásperas, seguidas por semanas de total silencio.
Una determinada mañana, el hermano mayor oyó que golpeaban a su puerta. Al abrirse deparó ante un hombre que llevaba una caja de herramientas de carpintero en la mano. Estoy buscando trabajo, le dijo. Quizá usted tenga algo para hacer, por pequeño que sea. -¡Sí! le dijo el campesino, claro que tengo trabajo para ti. Ves aquellos campos más allá del arroyo. Son de mi vecino. En realidad, mi hermano menor. ¡Nos peleamos y no puedo soportarlo más!
- ¿Ves aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que construyas una cerca bien alta a lo largo del arroyo para que no tenga que verlo más. - Creo que entiendo la situación, dijo el carpintero. Muéstreme donde está la pala, el martillo y los clavos que con seguridad haré un trabajo que lo dejará satisfecho.
Como necesitaba ir hasta el pueblo cercano, el hermano mayor mostró al carpintero donde estaba el material y se marchó.
El hombre trabajó arduamente durante todo el día, midiendo, cortando y martillando. Ya anochecía cuando terminó su obra.
El campesino regresó de su viaje y sus ojos no podían creer lo que estaba viendo. ¡No había ninguna cerca! En vez de la cerca había un puente que unía las dos orillas del arroyo. Era realmente un hermoso trabajo, pero el campesino se enfureció pues no era lo que había pedido, sin embargo, las sorpresas no habían terminado aún. Al mirar otra vez hacia el puente, vio al hermano aproximándose de la otra orilla, corriendo con los brazos abiertos.
Por un instante permaneció inmóvil. Pero, de repente, en un único impulso, corrió hacia su hermano y se abrazaron llorando en el medio del puente.
El carpintero estaba marchándose con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrató le pidió emocionado: "¡Espera! Quédate con nosotros algunos días más". Pero el carpintero le contestó: "me gustaría mucho quedarme, pero, lamentablemente, tengo muchos otros puentes para construir." |
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LA SOPA DE PIEDRA |
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En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.
“Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”.
“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño: “Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en una olla con agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor…”
A la mujer le picó la curiosidad, puso la olla al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó: “Deliciosa! La único que necesita es unas cuantas patatas”.
“¡Yo tengo patatas en mi cocina”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una fuente de patatas peladas que fueron derecho al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. “¡Excelente!”, dijo; y añadió pensativamente: “Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso…”
Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: “¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto…”
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente la sopa, y con tono autoritario dijo: “la sal”. “aquí la tiene”, le dijo la dueña de casa. A continuación dio otra orden: “Platos para todo el mundo”. La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían, por primera vez, su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló, silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.
Enseñanza: Solo hace falta que cada uno ponga con generosidad algo de sí mismo para que el mundo sea un lugar mejor. |
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CARIDAD por Fluvion Grimaldi |
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Los padres de Gianni y Franco vivían en un pobre barrio del puerto de Génova. Su padre bebía y por ello les faltaba el dinero. Ellos, aunque vagabundeaban en las calles de la ciudad, eran buenos chicos. Se alegraban al pensar que pronto se llevaría a cabo la procesión de la Virgen, a la que amaban con todo su corazón y querían, como todos, encender una vela en el borde de la ventana. Pero ¿cómo conseguir el dinero? Gianni tuvo una idea. "¿Si trabajáramos? Falta un día para la procesión. Podríamos ganar algunas liras”. Al día siguiente los dos chicos se levantaron antes de las siete y se fueron a trabajar con el vendedor de carbón. Con el dinero que ganaron, corrieron a comprar las velas, y en el camino vieron a un mendigo que tendía la mano. Deteniéndose súbitamente se dijeron: “La Virgen será más feliz si le damos el dinero a este pobre hombre”. Le dieron al mendigo las liras, y regresaron a casa sin nada. En casa, ¡dos grandes cirios decoraban la ventana! No podían creerlo… El padre tras descubrir que sus hijos cargaban carbón, se avergonzó tanto de su conducta que fue a pedir a su jefe un adelanto prometiendo a él y a su familia que desde ese momento daría un cambio a su vida.
"Donde reine la caridad, allí estará la felicidad" (San Juan Bosco). |
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La vasija agrietada - Cuento Hindú |
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Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir." El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino."
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo: ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello, sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar la casa de mi patrón. Sin ser exactamente como eres, él no hubiera tenido esa belleza sobre su mesa.
Enseñanza: Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados. |
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EL PARAGUAS PERDIDO |
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“Por si acaso, ¿he dejado aquí mi paraguas?”, preguntó una señora que vive en el barrio y que había olvidado su paraguas en mi casa. “Sí”, le contesté. Me agradeció mucho y luego añadió: “Que bueno que lo he encontrado, ¡usted sí que es un hombre honesto! He preguntado a un montón de gente si había olvidado en su casa mi paraguas y me contestaron todos que NO. ¡Cuánta gente mala hay en el mundo!”
Enseñanza: Las personas siempre encontramos una razón o pretexto para pensar mal del prójimo. |
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Los hijitos de mamá lechuza
-cuento popular- |
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Cuentan los árboles más viejitos del bosque que un día, hace ya mucho tiempo, los Guardianes de la naturaleza después de hacer un recorrido por la tierra dijeron: -¿Sabes? Me parece que en la tierra ocurren cosas injustas… -¿Qué cosas? -Bueno, digo que no está bien que los hombres traten tan bien a los animales lindos y desprecien a los feos…Mira, se llevan a su casa las más lindas aves para que vivan con ellos, corren en busca de las más lindas mariposas y elogian hasta cansarse la hermosura del león, de las gacelas o del pavo real…
-Uf... ¡qué feo está eso! - Y como si esto fuera poco he visto que en el bosque se organizan, frecuentemente, concursos de belleza para premiar al más lindo, ¿qué te parece? -Y si, injusto.
-¡Tengo una idea! ¿Qué te parece si hacemos un concurso al revés? Así podríamos premiar al más feo, ¿eh? -¡Brillante idea! Te felicito. Ahora mismo irás y lo pondrás en práctica. Habrá regalos para todos los animales feos y en especial, una medalla celeste para el más feo de todos.
El guardián bajó y organizó el concurso. Participaron el yacaré, el mono, el hipopótamo, el rinoceronte y qué se yo cuántos más. La elección fue muy difícil, porque todos los concursantes eran a cual más feo y por lo tanto el premio mayor quedó desierto. -¡Bueno…otra vez será! –dijo el Guardián y se volvió a su casa dejando a todos muy contentos con los regalos repartidos.
A los pocos días bajó el otro Guardián al bosque y todos los animales lo rodearon agradecidos y felices. La lechuza lo chistó sonriente desde una rama para mostrarle sus pichoncitos. El Guardián los miró y los encontró tan feos, que no dudó de que uno de ellos debió haberse llevado el primer premio.
-
¡Hola!...Te felicito… ¿Cuál de ellos se ganó la medalla celeste? preguntó a la mamá lechuza. -Ninguno, Señor…ninguno. ¡No los presenté al concurso! –contestó la lechuza.
-¿No? ¿Y por qué...? - Señor…el Guardián dijo que era un concurso para feos…y mis hijitos son los más lindos del bosque. ¿No los ve?
Entonces el Guardián premió a la madre lechuza con dos medallas de sol. Una por cada hijito ¡los más lindos del mundo!
Enseñanza: De nosotros depende la mirada con la que nos vemos y nos juzgamos a nosotros mismos y a los demás. |
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Busca lo más importante
Por Marcelo Bravo Pereira |
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Félix, un niño, salió a cazar mariposas. Llevaba una red en la mano y grandes anhelos en el corazón. Era una tarde espléndida, bañada por el sol y por una leve brisa fresca. Era primavera. Multitud de flores alegraban el campo, mientras que las montañas, a lo lejos, cerraban el cuadro con solemnes tonos azul grisáceo.
Cuando Félix vio la mariposa corrió hacia ella con su red en ristre. Fue imposible. La mariposa voló nerviosamente durante un rato y el niño, detrás, hacía vanos intentos por alcanzarla. Por fin, la mariposa fue a posarse sobre la rama de una encina. El niño se acercó lentamente. Hacía esfuerzos por contener su ya excitada respiración. A pocos metros de la mariposa, se abalanzó sobre ella con su red. Tampoco esta vez tuvo éxito. La mariposa volvió a volar y Félix, cansado y jadeante, corría tras ella sin poderla alcanzar. El cansancio del niño pudo más que sus deseos de cazar la mariposa. Se echó sobre el pasto y se durmió. Fue entonces cuando la mariposa, después de hacer unos giros en el aire, se posó sobre la frente bañada del niño.
Enseñanza: La mariposa es la felicidad, el niño somos los seres humanos. Tantas veces gastamos nuestras energías buscando por aquí y por allá la felicidad sin darnos cuenta que al abandonarnos en la paz y el amor la felicidad vendrá a nosotros. |
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Una persona que te quiere |
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Una muchacha vivía en un mar de pena porque tenía la sensación de ser olvidada por todos, de no despertar interés en nadie, de no tener amigos y, en definitiva, de no ser amada por nadie. Un día le fue enviado a su casa un ramo de rosas rojas, espléndidas y perfumadas. Sintió una gran intriga por descubrir, con la lectura de la tarjetita que acompañaba las flores, quién era la persona que tan gentilmente se había acordado de ella. Por desgracia la tarjeta no estaba firmada, sólo se leía la siguiente frase: “Una persona que te quiere bien”. Durante todo el día se dedicó a pensar de quién podría tratarse. “Tal vez –se decía- es mi compañera de trabajo, porque supo que ha sido mi cumpleaños… Aunque probablemente haya sido aquella amiga con la cual hice un viaje el año pasado… ¿Y si fuese aquel muchacho de la oficina que se muestra tan atento conmigo?... A lo mejor se trata de mi jefe, porque me ha pedido hacer horas extras los sábados… ¿Y si se tratara de mi hermano, que no me ha olvidado a pesar de la distancia?... mmm… Sin embargo, creo que podría ser mi hermana, porque ella es capaz de preparar este tipo de sorpresas.” Finalmente se decidió a llamar a su hermana, que le dijo: “Sí, he sido yo, aunque no lo creas. Pero lo que yo quería lograr era que tú, hundida en el pesimismo, te vieras obligada a pensar al menos durante un día en todas las personas que te quieren bien. Tal vez hayas descubierto algunas, pero recuerda que son muchas más de las que tú crees.”
Enseñanza: Antes de llorar por lo que no tienes, aprende a descubrir y agradecer por lo que sí tienes. |
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El ojo del carpintero |
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Había una vez, hace mucho tiempo, en un pequeño pueblito, el taller de un carpintero. Un día, mientras el carpintero estaba ausente, todas las herramientas se reunieron en asamblea extraordinaria.
La reunión duró mucho tiempo, y tuvo muchas discusiones. Quien tomó la palabra dijo: “Tenemos que echar de nuestro grupo a la sierra, muerde demasiado y hace mucho ruido con sus dientes… es muy hiriente”. Entonces otro dijo: “Nuestro hermano martillo es violento, pesado y pega fuerte, nos pone nerviosos. Lo queremos fuera.” “¿Y los clavos?”, protestó otro, “¿Se puede vivir con gente tan puntiaguda como ellos?”.
Así discutían todas las herramientas, todas querían expulsarse unas a otras del grupo.
La reunión fue de improviso interrumpida por el carpintero que volvió a su trabajo. Todas las herramientas volvieron a su lugar. Aquel hombre agarró unas tablas de madera, las serruchó con la sierra “mordaz”; les pasó la lija “áspera que todo rasguña”; agarró los “puntiagudos” clavos y los clavó con el “violento” martillo. Así, una tras otra, todas las herramientas entraron en acción. El carpintero se sirvió de todas sus herramientas de “mal carácter” para fabricar una cuna. Una estupenda cuna para recibir a su hijo que estaba por nacer; para recibir la vida.
Enseñanza: Que bien nos vendría ver a los demás con los ojos del carpintero, que ve en cada uno la capacidad propia para comunicar la vida. |
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El grillo y la moneda |
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En una oportunidad un empresario paseaba por una gran ciudad acompañado de un amigo hindú. Mientras caminaban embelesados por las bellezas arquitectónicas, el hindú se detuvo repentinamente. “¿Oyes tú también lo que yo?”, preguntó. El empresario, un poco asombrado, aguzó el oído, pero admitió que no oía otra cosa que el gran ruido del tráfico de la ciudad. “No”, replicó el amigo hindú, “es que por aquí cerca hay un grillo que está cantando”. “Te equivocas”, dijo como burlándose el empresario, “yo oigo únicamente el barullo de la ciudad. Y además, es obvio que no hay grillos en estos lugares”. “No me equivoco. Oigo el canto de un grillo”, contestó el hindú, y decididamente se puso a buscar entre unas pocas plantas que había en unos canteros. Enseguida pudo señalar al pequeño insecto, un grillo cantor que se escondía y defendía de los que molestaban su concierto.
“¿Viste que sí había un grillo?”, dijo el hindú. “Así es”, admitió el empresario, “ustedes los indianos tienen un oído más fino que nosotros los blancos.”
“Otra vez estás equivocado”, le dijo sonriendo el hindú. “Fíjate…” Y sacó de su bolsillo una monedita y haciéndose el distraído la dejó caer en la vereda. De inmediato, cuatro o cinco personas se dieron vuelta para mirar. “¿Has visto?”, le dijo el hindú, “esta monedita hizo un sonido más débil y feble que el trinar del grillo, y sin embargo, ¿te diste cuenta cuántos hombres blancos lo oyeron?”
Enseñanza: Nunca le des a las riquezas tu corazón, porque quedarás ciego y sordo ante todos los demás tesoros de la vida. |
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El juguete que falta |
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Una joven pareja entró en el mejor negocio de juguetes de la ciudad. El marido y la esposa miraron con mucha atención los juguetes que estaban expuestos en los escaparates o colgados al techo o en desorden sobre los bancos.
Había muñecas que lloraban y reían, juguetes eléctricos, cocinitas que cocinaban tortas y pizzas. Aun así, no se decidían por cuál juguete elegir. Se les acercó una simpática vendedora. “Mire”, le explicó la esposa, “nosotros tenemos una niña muy pequeña, pero estamos fuera de casa todo el día, por cuestiones de trabajo, a menudo también de noche.” “Es una niña que sonríe poco”, añadió el marido. “Querríamos comprarle algo que la haga feliz”, prosiguió la esposa, “feliz también cuando nosotros no estamos con ella… algo que le de alegría cuando está sola.”
“Lo lamento”, contestó amablemente la empleada, “pero nosotros no vendemos padres”.
Enseñanza: El amor no se puede comprar ni vender, lo recibimos gratuitamente y lo damos gratuitamente, y es lo más valioso de la vida. |
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Fatiga inútil |
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Una noche, dos turistas jóvenes que se encontraban en un camping cerca de un lago, decidieron cruzarlo en una barquita para ir a tomar algo a un bar que quedaba del otro lado. Remando llegaron rápidamente al otro lado. Entraron en el bar y se quedaron hasta muy entrada la noche bebiendo. Cuando salieron, algo tambaleando y con sueño, subieron a la barca, y aunque estaba todo oscuro comenzaron a remar. Remaron con energía pero cada vez les costaba más. Después de un buen rato, transpirando y resoplando dejaron de remar, y uno le preguntó al otro: “¿No piensas que tendríamos que haber alcanzado ya la otra orilla?” “Claro”, contestó el otro. “Pero quizás no hemos remado con suficiente energía”. Los dos duplicaron sus esfuerzos. Solamente cuando amaneció el alba cayeron en cuenta de que se encontraban siempre en el mismo lugar. Simplemente se habían olvidado de desatar la cuerda que ataba la barca al muelle.
Enseñanza: No pongamos toda nuestra confianza en nuestras propias fuerzas, porque así jamás alcanzaremos nuestras metas. “El que se fía de sus fuerzas es vencido antes del combate” San Agustín. |
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El sabio pescador |
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Un banquero estaba en el muelle de un pueblito caribeño cuando llegó un botecito con un pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El banquero elogió al pescador por la calidad de pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos.
El pescador respondió que sólo un poco de tiempo. El banquero entonces le preguntó por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado para vender. El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
El banquero prosiguió: «Pero, ¿qué haces con el resto de tu tiempo?»
El pescador dijo: «Duermo hasta tarde; pesco un poco y vendo; juego con mis hijos; hago la siesta con mi señora María; y voy al pueblo a tocar la guitarra con mis amigos. Tengo una vida placentera y ocupada.»
El banquero replicó: «Soy Master de Harvard y puedo darte algún consejo para aumentar tu productividad. Deberías gastar más tiempo en la pesca y, con los ingresos comprar un bote más grande. Con los ingresos de ese nuevo bote podrías comprar varios botes; eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador; eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pequeño pueblo e irte a la capital, donde manejarías tu empresa en expansión.»
El pescador preguntó: «¿Y luego qué?» El banquero se rio y dijo que esa era la mejor parte: «Cuando llegue la hora deberías anunciar una oferta inicial de tus acciones y venderlas por millones. Te harás rico, tendrás millones.»
«Millones… y ¿luego qué?» volvió a preguntar el pescador. Dijo el banquero: «Luego te puedes retirar. Te mudas a un pueblito a disfrutar de la vida, a dormir hasta tarde, jugar con tus hijos, hacer una siesta con tu mujer, compartir con amigos.» El pescador lo miró confundido y preguntó: «¿Acaso eso no es lo que tengo ya?».
Enseñanza: Muchas veces somos ciegos, y desgastamos la vida buscando lograr una felicidad que en realidad ya tenemos, pero no percibimos. |
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Amistad y arena |
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Jorge, un chico de trece años, paseaba sobre la playa con su mamá. En cierto momento le preguntó: “Mamá, ¿cómo se hace para conservar a un amigo cuando finalmente uno lo ha encontrado?”
La mamá meditó un poco, luego se inclinó y tomó dos puñaditos de arena seca en cada mano. Teniendo las palmas hacia arriba, apretó fuerte una mano. La arena se le escapó entre los dedos, y cuanto más apretaba el puño, tanto más arena se escurría de su mano. Dejó en cambio bien abierta la otra mano; la arena quedó toda en ella. Jorge observó atento y luego exclamó: “Entiendo”.
Enseñanza: Sólo se conserva lo que se da, se comparte o se suelta generosamente, lo que se vive con libertad. Conservar a alguien a la fuerza es perderlo. El amor o es libre o no es amor. |
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El ciego y el cojo |
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Un día, en un bosque muy visitado, se desató un incendio. Todos huyeron, llenos de miedo. Quedaron solamente un ciego y un cojo. Asustados por el fuego, el hombre ciego se dirigía sin saberlo directamente hacia el bosque en llamas. “No vayas allá” le gritó el cojo. “Acabarás en el fuego”. “¿Hacia dónde entonces?” le gritó el ciego. “Yo puedo indicarte el camino” contestó el cojo, pero no puedo caminar. Si tú me tomas sobre tus hombros, podríamos huir de aquí y salvarnos los dos”.
El ciego siguió el consejo del cojo y los dos se salvaron.
Enseñanza: Todos tenemos fortalezas y debilidades, por eso es importante juntarnos, saber que la unión hace la fuerza. |
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Las tres rejas |
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El joven discípulo de un filósofo sabio, llega a la casa de éste y le dice:
-Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia.
-¡Espera! (lo interrumpe el filósofo), ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a comentar?
-¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Con eso confirmaremos lo siguiente, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario…
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces (dijo el sabio sonriendo), si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
Enseñanza: Los chismes no construyen, destruyen, por eso, antes de hablar de alguien, pensemos en las tres rejas de la VERDAD, la BONDAD y la NECESIDAD. |
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Lo más precioso |
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El hijo de un rey se enamoró, como suele suceder en las fábulas, de una pobre mujer, hija de un panadero. Era pobre pero hermosa y buena, así que se casaron.
Por algunos años los dos esposos vivieron en plena armonía y felicidad, hasta el día en que murió el rey.
Lógicamente, al morir su padre, el príncipe subió al trono, y sus ministros y consejeros se apuraron para hacerle entender que por el bien de su reino, tenía que divorciarse de aquella mujer de baja condición social y casarse en cambio con la hija de un rey poderoso, para asegurar con el matrimonio la paz y prosperidad en su reino, porque eso era mucho más importante que la simple hija de un panadero.
El joven rey no quería escuchar a sus consejeros, pero fueron tan insistentes que terminó por ceder. Así fue que se lo comunicó a su esposa y le dijo muy apenado: “Mañana volverás a tu casa. Podrás llevarte lo que consideras más precioso en este reino para ti.”
Aquella noche cenaron juntos por última vez. El rey, deprimido, tomó tanto vino que quedó profundamente dormido. Entonces, la mujer lo envolvió en una frazada y se lo puso sobre sus hombros (por ser hija de un panadero estaba acostumbrada a cargar pesados sacos de harina).
La mañana siguiente, el rey se despertó en la casa del panadero. “Pero, ¿cómo es que me encuentro aquí?”, dijo asombrado.
“Me dijiste que podía llevar conmigo lo que consideraba más precioso. Y bien, lo más precioso para mí, eres tú.”
Enseñanza: La vida de las personas es lo más precioso que Dios nos ha regalado, seremos felices siempre y cuando respetemos y amemos la vida de los demás. |
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El sacrificio y el oasis
Por Alfonso Milagro |
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La leña estaba lejos, pero todos los días el viejo que vivía en el desierto cruzaba parte del arenal para ir a buscarla. A mitad del arenal había un oasis con juncos, palmeras y una fuente de agua pura y fresca.
El viejo se aguantaba las ganas de beber, por hacer un sacrificio, y pasaba de largo junto al oasis. Entonces, en el cielo, Dios encendía una estrella por el sacrificio que había ofrecido. Esto sucedía todas las tardes.
Un día lo vino a visitar un joven y los dos reencaminaron a buscar la leña. Cuando iban por el arenal, el joven caminaba con los labios resecos. De pronto vio el oasis y exclamó: - ¡Mira! ¡una fuente! ¡agua!
El viejo entonces pensó con tristeza: hoy no se encenderá ninguna estrella; hoy no haré el sacrificio.
Cuando volvieron a caminar, en el cielo, Dios encendió más brillantes que nunca, dos estrellas.
Enseñanza: El sacrificio es valorable, pero más valorable es la caridad; en el sacrificio voluntario puede encontrarse algún rastro de propia voluntad o disimulado egoísmo o complacencia; pero en la caridad todo es gratuidad y complacencia del hermano. |
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Monje pobre, monje rico |
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En una ciudad había dos monasterios. Uno era muy rico y el otro muy pobre. Un día un monje del monasterio pobre se presentó al monasterio de los monjes ricos para saludar a un monje amigo suyo que vivía allí. “Amigo mío, he venido para contarte que he decidido partir para un largo peregrinar por Tierra Santa y los Santuarios más importantes del mundo. Acompáñame con tu oración porque tendré que atravesar montañas, ríos y mares.” El monje rico se vio muy interesado y le preguntó a su amigo: “¿Qué llevarás contigo para un viaje tan largo y peligroso?” “Sólo una taza para el agua y un plato para el arroz”, respondió con una sonrisa pícara el monje pobre. El otro se maravilló mucho, lo miró severamente y le dijo: “Tú te haces la cosa demasiado fácil amigo, pero no se puede ser tan arriesgado y desproveído. Justamente yo también estoy por partir a peregrinar alrededor del mundo, pero no lo haré hasta que no tenga todo lo que necesito para semejante viaje.”
Años más tarde, el monje pobre al terminar su peregrinaje, volvió al monasterio rico buscando a su amigo. Quería compartirle la grande y rica experiencia que había cosechado durante el viaje. El monje rico se puso triste cuando lo vio entrar “lamentablemente yo no he podido todavía juntar todas las cosas necesarias y acabar con la preparación.”
Enseñanza: cuanto más nos vaciemos y despojemos de ataduras y todo lo innecesario, más oportunidades tendremos de dar lugar a todo lo nuevo que nos ofrece la vida. |
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La reina y el rey |
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La princesa y heredera de un importante reino se casó con un hombre que la amaba muchísimo y al que ella amaba de igual forma. El día que ella se convirtió en reina él se convirtió en rey, pero sin ningún poder ni cargo político, ya que ella era la legítima heredera, y por consiguiente, cabeza del reino.
Un día en que tuvieron una pequeña discusión, el rey, enojado, se encerró en una habitación. La reina golpeó la puerta. “¿Quién es?”, preguntó el rey desde adentro. “Soy la reina”. Como la puerta no se abría, la reina volvió a insistir golpeando la puerta. “¿Quién es?”, volvió a preguntar el rey desde adentro. “Que soy la reina te he dicho”. La única respuesta era el silencio, y la puerta seguía cerrada, así que lo intentó varias veces más de la misma forma. En el último intento, cuando el rey preguntó “¿Quién es?”, ella respondió con calma “soy yo, tu esposa.” Inmediatamente, la puerta se abrió.
Enseñanza: El amor, y no los títulos, es lo que tiene el poder para abrir las puertas del corazón. |
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El puma y el zorro |
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Un hombre paseaba por el bosque cuando vio un zorro que había perdido una pata y andaba con dificultad. Se quedó observando y poco después vio a un puma llevar una pequeña presa en su boca y dejarla cerca de la madriguera del zorro. Lo mismo sucedió al día siguiente y el día después. El hombre no salía de su asombro al ver lo que sucedía, y reflexionando creyó encontrar la conclusión sobre lo que sucedía: que debía abandonarse a la misericordia de Dios, para quien nada es imposible. Se dijo a sí mismo: “Me dejaré estar, confiando en que Dios proveerá a mis necesidades”. Así lo hizo durante días y días, pero nada sucedía. Casi al borde de la muerte, escuchó una voz: “¡Tú que transitas el camino errado, abre los ojos a la verdad! Sigue el ejemplo del puma y deja de imitar al zorro herido”.
Enseñanza: “El que pierda su vida, la encontrará” (cf. Mt 16, 25). |
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El espejo de luz
Por Bruno Ferrero |
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Un profesor, al término de la lección, dijo: “¿Hay alguna pregunta?”. Un estudiante respondió: “Profesor, ¿cuál es el significado de la vida?”. Algunos de los que estaban a punto de irse comenzaron a reír. El profesor contempló largo rato al estudiante antes de responder. Entonces extrajo la billetera de su bolsillo, y sacó de ella un espejito redondo, no mayor a una moneda. Después dijo: “En tiempos de la guerra, yo era un niño. Un día, en la calle, me encontré un espejo roto en pedazos. Agarré y conservé el pedazo más grande, helo aquí. Comencé a jugar con él, encantado de la posibilidad de dirigir la luz reflejada en los rincones oscuros donde no llegaba la luz del sol. Ya hombre, acabé comprendiendo que no se trataba de un juego de niño, sino la metáfora de aquello que yo podría hacer en la vida. Yo también soy un fragmento de espejo, el cual no conozco en su totalidad, sin embargo, con aquello que tengo puedo enviar la luz –la verdad, la comprensión, el conocimiento, la bondad, la ternura- a los rincones oscuros del corazón de las personas y ayudarlos a dejarse iluminar. Tal vez estas personas vean y hagan otro tanto. En esto, para mí, está el significado de la vida.”
Enseñanza: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.” Madre Teresa de Calcuta |
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El hombre en el pozo |
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Un hombre cayó en un pozo, pero por más esfuerzos que hacía, no lograba salir de él. Comenzó a pedir auxilio. Los que pasaban por allí, al escuchar sus gritos se asomaban para ver qué sucedía, y desde arriba cada uno aconsejaba al hombre de manera diferente. Unos le decían que confiara en Dios y que tuviera paciencia, que Él lo sacaría. Otros se lamentaban e incluso algunos lloraban por lo que había ocurrido y se marchaban diciendo que lo tendrían presente en sus oraciones. Había quienes le reprochaban su irresponsabilidad y su falta de atención al caminar, sin fijarse por dónde iba, y le daban largos sermones de moralidad. Algunos intentaban ayudarle diciéndole desde arriba lo que tenía que hacer para salir, pero como no conseguía hacerlo solo, se enfadaban y se marchaban diciendo que si no salía era porque él no quería. Había otros que tenían tanta prisa, que no tenían tiempo para ayudarlo.
Así, unos tras otros, iban asomándose a la boca del pozo. El hombre estaba desesperado. Todo eran palabras y más palabras, pero él seguía en el hoyo. En un momento en que el lugar quedó solitario, se asomó una persona, que en lugar de hablar desde allí arriba, puso una escalera, bajó hasta dónde estaba él, le preguntó cómo se encontraba y le ayudó a salir de ahí.
Enseñanza: Ya sabemos lo que dice el dicho "mas vale hablar menos y hacer más". Si las palabras y las ideas no se transforman en actos, en vez de dar frutos, nos volverán estériles. |
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La misión de una rosa
Por Marcelo Bravo Pereira |
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Una rosa fue arrancada de un rosal silvestre. Un temblor de muerte recorrió sus pétalos y su tallo. Supo que sus días estaban contados. Su belleza y lozanía se irían consumiendo inexorablemente hasta convertirse en cenizas.
-¿Por qué me has arrancado del rosal? -preguntó la rosa a la niña- ¿no lucían bellos mis pétalos entre las zarzas del bosque? ¿no brillaban cuales perlas las gotas del rocío sobre mí?
Era un día luminoso, claro como los cabellos de la niña. La pequeña posó sus labios sobre el terciopelo de la rosa. La besó. La suave fragancia de los pétalos perfumó las mejillas de la niña. Se sentía feliz. Luego se la colocó detrás de la oreja y corrió a arrojarse en los brazos de su madre.
Las rosas del rosal entonces comprendieron todo. Ellas eran rosas y nada más que rosas. Lanzarían su aroma delicado al viento y luego se agostarían. Tal vez nadie se acercaría más a gozar de su belleza, a oler su perfume, a contemplar las perlas de rocío sobre sus pétalos blancos.
Aquélla, en cambio, fue la escogida para hacer feliz a una niña. Viviría para colorear la existencia de la pequeña, se perpetuaría tal vez en el recuerdo feliz de los tiempos de infancia.
Y ella... ¿se había dado cuenta?
Enseñanza: “Le hallé significado a mi vida ayudando a los demás a que ellos le hallaran a su vida un significado.” (Viktor Frankl) |
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El ojo del leñador |
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Un leñador no lograba encontrar su hacha pequeña. Había dado vueltas por toda la casa, revisando por todos lados. Nada que hacer. El hacha había desaparecido. Comenzó a pensar que alguien se la había robado.
Lleno de esos pensamientos y de sospechas se asomó a la ventana. Exactamente en ese momento salía de la casa de enfrente el hijo de su vecino. Lo miró con ojos sospechosos y pensó: “Tiene precisamente la manera de caminar de un ladrón de hachas… Tiene incluso los ojos de un ladrón… Hasta los pelos de su cabeza son los de un ladrón de hachas.”
Dos días después, el leñador encontró su hacha pequeña bajo el diván y recordó que él mismo la había escondido allí semanas atrás.
Feliz, con su hacha en la mano fue a contarle a su esposa el descubrimiento, y al pasar al lado de la ventana se detuvo. Exactamente en aquel instante salía de la casa de enfrente el hijo de su vecino. Entonces bajó la cabeza y sintió gran vergüenza.
Enseñanza: Siempre somos muy rápidos en juzgar y pensar mal de los demás, si aprendiéramos a no hacerlo, lograríamos vivir en paz con nosotros mismos y con los demás. “Si te pones a juzgar a los otros, no te quedará tiempo para amarlos.” Beata Madre Teresa de Calcuta. |
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Toda la fuerza |
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Un padre descansaba en el patio de su casa mientras miraba a sus dos niños que jugaban allí. En un momento al más pequeño, que apenas gateaba, se le cayó su pelotita detrás de un pesado florero, y como no podía recuperarla estaba a punto de romper a llorar. El hermano mayor, de unos cuatro años, se dio cuenta de esa situación y contento se dispuso a prestarle ayuda. Entonces intentó con todas sus fuerzas mover el florero, pero a pesar de lo mucho que se esforzaba y resoplaba, no logró mover el florero ni un milímetro. Al fin, con el rostro acalorado y cansado de tanto esfuerzo, se detuvo y dejó salir un fuerte suspiro.
Su papá se levantó se acercó a ellos y le preguntó a su hijo más grande: “¿Utilizaste todas tus fuerzas?” El niño lo miró enojado a causa de la pregunta y le contestó en un tono fuerte: “Claro que sí”. Pero el papá le respondió: “No, porque no me pediste ayuda.”
Enseñanza: Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. Hay que ser fuertes para reconocer nuestras limitaciones. La grandeza de las personas está en ayudar, pero también en pedir ayuda tantas veces como haga falta en la vida. |
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El eco de la montaña |
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Estaban caminando cuando de repente, el hijo se cae, se lastima y grita: ¡Aaaahhh!
Para su sorpresa oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: ¡Aaaahhh!
Con curiosidad el niño mira para todos lados y grita: ¿Quién está ahí?
Recibe una respuesta: ¿Quién está ahí?
Enojado con la respuesta el niño grita: ¡Cobarde!
Y recibe de respuesta: ¡Cobarde!
El niño mira a su padre y le pregunta: ¿Qué sucede?
El padre, sonríe y le dice: Hijo mío presta atención.
Y entonces el padre grita a la montaña: ¡Te admiro!
Y la voz responde: ¡Te admiro!
De nuevo, el hombre grita: ¡Eres un campeón!
Y la voz le responde: ¡Eres un campeón!
El niño estaba asombrado, pero no entendía.
Luego el padre le explica: La gente lo llama eco, pero en realidad es un perfecto reflejo de lo que es la vida.
Enseñanza: Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado. |
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El regalo |
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Un destartalado colectivo rodaba penosamente por una ruta rural. En uno de los asientos, un anciano que miraba reflexivo y serio por la ventana, sostenía un hermoso ramo de flores recién cortadas, que iban perfumando el aire del colectivo. En una de las paradas subió una linda joven con cara triste que se sentó dos asientos más allá del anciano. Mientras avanzaba el viaje miraba continuamente el ramo con ojos pensativos. El anciano pudo observarla un rato, y le llegó el momento de bajarse. De pronto y ante la sorpresa de todos los pasajeros, con una gran sonrisa le regaló el ramo de flores a la muchacha que tanto las había admirado, y que las recibía con una sonrisa sorpresiva.
-Estoy seguro que a mi esposa le gustaría más que las tuviera usted -le dijo con ternura- Ahora mismo voy a contarle que se las di.
Arrancó el autobús y la muchacha que aceptó desconcertada y agradecida las flores, pudo ver a través de la ventanilla que el anciano estaba abriendo el portón de un pequeño cementerio.
Enseñanza: Hay que tener detalles con la gente que nos rodea y con nuestros seres queridos mientras están vivos, para que no tengamos que arrepentirnos de no haberlo hecho cuando ellos ya no estén. |
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Comenzar por lo pequeño |
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Había una vez, un joven que le quedaba muy poco por terminar el colegio, y pensando en su futuro tenía un gran deseo de comprometerse para el bien de la humanidad. Se sentía con toda la fuerza, con toda la valentía, para afrontar grandes proyectos o ayudar en lo que fuera necesario.
No quería perder tiempo, entonces decidió ir a visitar a un sacerdote que era conocido por su sabiduría, su impronta y por su santidad de vida: Francisco de Sales. Cuando logró encontrarse con él le preguntó sin demora: “¿Qué tengo que hacer para el bien de la humanidad?”. Francisco lo miró con una mirada pícara, y con mucha ternura le contestó sonriendo: “Cerrar suavemente las puertas.”
Enseñanza: Las grandes hazañas siempre comienzan por los más pequeños esfuerzos. |
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La lección de los puercoespines |
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Hubo un tiempo en el que la vida en nuestra familia era muy difícil. Las malas situaciones que vivíamos nos hacían poner muy mal y comenzábamos a tratarnos mal entre nosotros, hiriéndonos dolorosamente. En esos días, cuando el frío era tan fuerte y la nieve lo cubría todo, una familia de puercoespines llegó a nuestro jardín para refugiarse.
Todos observamos de una manera u otra a estos nuevos visitantes. En la madrugada, cuando el frío era tal que los hacía temblar, los puercoespines intentaban acercarse entre sí, para dormir acurrucados y así darse calor entre todos. Pero al acercarse el uno al otro se clavaban entre sí sus agudas púas. Entonces se volvían a separar. Pero como se morían de frío, volvían a intentarlo, hiriéndose nuevamente. Finalmente, y con mucho trabajo, para poder estar cerca sin sufrir, lograron retirar lo más que pudieron sus púas, y con mucha atención y delicadeza lograron encontrar la justa posición para juntarse y dormir unidos refugiándose del frío.
Esa familia de puercoespines nos dio a todos una importante lección que pusimos en práctica y que no olvidaremos jamás. Nadie puede vivir solo o aislado, y para convivir unidos, y hacer frente a lo que nos golpea de afuera, hay que buscar la manera de “esconder nuestras púas” para vivir sin herirnos unos a otros. |
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El viento y el sol |
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Hace muchísimos años, cuando todas las cosas tenían vida e incluso hablaban, el sol y el viento se pusieron a discutir sobre cuál de los dos era más fuerte.
La discusión fue subiendo de tono, pues cada uno de ellos estaba muy convencido de su superior fortaleza. Estando en plena pelea, vieron que, debajo de ellos, caminaba un joven y decidieron probar en él sus fuerzas.
- Vas a ver cómo me lanzo contra él -dijo el viento-, y le quito el abrigo.
Dicho esto, el viento comenzó a soplar con todas sus fuerzas. El joven, al sentir contra su cuerpo los manotazos del viento, dobló los brazos sobre el abrigo para protegerse mejor y se alejó apresuradamente.
El viento se enojó más todavía y trajo una fuerte lluvia contra el joven que, en vez de soltar el abrigo, trataba de cubrirse con él lo mejor que podía. Después el viento descargó contra él una inclemente nevada y lo único que logró fue que el joven se acurrucara más y más debajo de su abrigo.
- Nadie le puede quitar el abrigo dijo el viento con despecho.
- Eso lo veremos ahora - dijo el sol calmadamente, y sacando su mejor sonrisa entre dos nubes doradas, comenzó a brillar cada vez más y a lanzar mansamente en la tierra su aliento. El joven comenzó a sentir calor, se desabrochó el abrigo y, al rato, se lo quitó.
- Acabas de ver cómo te he vencido -le dijo el sol al viento- Yo logré con suavidad lo que vos no pudiste con toda tu violencia.
Enseñanza: El amor es mucho más fuerte que la violencia y que los golpes... y más puede una caricia que un grito o una ofensa cuando queremos entusiasmar o guiar a nuestros hijos, amigos o compañeros. |
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¿Cuándo acaba la noche? |
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Un sabio maestro preguntó a sus alumnos, con cierto aire de misterio, cómo podrían saber cuándo se está listo para reconocer el momento en el que acababa la noche y comenzaba el día. Todos comenzaron a pensar para intentar resolver a qué se refería con esa pregunta. “Quizás desde el momento en que se puede con facilidad distinguir un perro de una oveja”, respondió uno. “No” contestó el maestro. “Cuando se puede distinguir un árbol de dátiles de una higuera”, respondió otro. “No”, volvió a contestar el maestro. Entonces los miró sonriendo y les dijo: “Cuando mirando el rostro de una persona puedes reconocer en ella a un hermano o a una hermana podrás ver como acaba la noche en tu corazón y comienza el día.”
Enseñanza: “Hemos aprendido a volar como las aves, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido todavía a vivir como hermanos.” (Martin Luther King) |
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Los muebles |
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Un día, un turista que dedicaba su vida a viajar y conocer lugares, decidió visitar y conocer a un hombre que gozaba la fama de ser un gran sabio.
Cuando llegó a la casa del hombre quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía únicamente en una pieza llena de libros. Los únicos muebles que había eran una mesa y un banco.
“¿Dónde están tus muebles?”, preguntó el turista. “Y los suyos, ¿dónde están?”, le contestó el sabio. “¿Los míos? Pero yo estoy solo de paso”, replicó el turista. “Yo también” le respondió el sabio.
Enseñanza: De nada le sirve a la persona acumular riquezas, puesto que todos estamos de paso en este mundo. |
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El silencio |
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Un hombre fue a visitar a un sabio monje. Le preguntó: “¿Qué cosa aprendes de tu vida de silencio?”. El monje estaba sacando agua de un pozo y le dijo a su visitante: “mira abajo, dentro del pozo. ¿Qué ves?”.
Aquél hombre miró en el pozo y dijo: “No veo nada”. Después de un poco de tiempo de perfecto silencio e inmovilidad, el monje le volvió a decir: “Mire ahora. ¿Qué ves en el pozo?”. El hombre obedeció y dijo: “Ahora me veo a mi mismo; es mi imagen en el agua lo que veo”. El monje entonces le respondió: “Cuando yo echo el balde en el agua, el agua se agita toda y no veo nada. Pero ahora que el agua está tranquila, puedo verme bien. Es ésta la experiencia del silencio: el hombre puede verse a sí mismo.” |
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Los amigos y el oso |
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Dos amigos hacían el mismo camino a través de un peligroso y oscuro bosque. De improviso un oso enorme se les paró delante amenazándolos con sus enormes garras. Uno de los dos, lleno de miedo, trepó inmediatamente a un árbol y se escondió entre las hojas. El otro quiso seguir a su amigo, pero no tuvo tiempo y dándose cuenta de que no podía trepar ni escapar del oso feroz, se tiró al suelo y fingió estar muerto. Sabía, en efecto, que los osos no atacan a los muertos.
Cuando se acercó el oso, le olfateó, le gruñó a las orejas y con su hocico tentó moverlo. Aquel pobre hombre contuvo la respiración y no movió ni un dedo. El oso creyó que en realidad era un cadáver y se alejó.
Cuando desapareció entre los árboles el otro amigo bajó del árbol en que se había refugiado, y una vez que el susto ya había pasado y todo se había calmado, le preguntó a su amigo en forma de broma: “¿Qué te dijo el oso al oído?” “Me dijo que, en adelante, no viaje nunca más con amigos que en el momento del peligro se escapan y te dejan solo.”
Enseñanza: En una verdadera amistad siempre existe primero el “nosotros” antes que el “yo”. |
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La puerta |
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Un día le encargaron a un famoso pintor que pintara un cuadro de Jesús. La pintura que resultó de ese pedido representaba a Jesús en un jardín oscuro. Con una mano levantada sostenía una antorcha de luz que ilumina el ambiente, y con la otra mano golpeaba una puerta pesada y fuerte.
Cuando el cuadro fue expuesto por primera vez en una exposición, un visitante le hizo notar al pintor que el cuadro no había sido acabado. Le faltaba, en efecto, a la puerta, el picaporte para abrir. “No es un error” contestó el pintor, “porque aquella puerta representa el corazón del hombre.”
Enseñanza: El corazón impenetrable, sólo nosotros mismos desde adentro podemos abrir la puerta de nuestro corazón a Dios y a los demás. |
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Rompecabezas |
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Mientras su esposa estaba ausente, un importante hombre de negocios tuvo que permanecer en casa cuidando a dos chicos suyos muy traviesos. Tenía un importante problema que resolver, pero los dos pequeños no lo dejaban en paz.
Buscó entonces una manera que los ocupara intensamente por un buen rato de tiempo. Tomó de una revista un mapa de geografía que representaba al mundo entero. Era un mapa muy complicado por los distintos colores de los distintos países. Con la tijera cortó en pedacitos este mapa y lo dio a sus dos chicos, desafiándolos a recomponer todo el mapa del mundo. Pensaba que aquel rompecabezas los tendría ocupados por algunas horas.
Pero un cuarto de hora después los dos chicos llegaron todos contentos con el rompecabezas perfectamente recompuesto.
“Pero, ¿cómo hicieron para terminar en tan poco tiempo?”, les preguntó el papá asombrado. “Ha sido fácil” le contestaron. “En la parte de atrás se encontraba la figura de un hombre”. Nosotros nos hemos dedicado a recomponer esta imagen y, del otro lado, el mundo se arregló sin problemas.”
Enseñanza: Si se tomara la dignidad de la persona humana como base para arreglar las políticas, las economías y las relaciones internacionales, el mundo se encontraría armónicamente unificado. |
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El auténtico revolucionario |
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Un sabio decía: “Cuando era joven yo era un revolucionario y todas mis oraciones a Dios eran de este estilo: `Señor, dame la fuerza para cambiar el mundo´. Cuando llegué a ser adulto y me di cuenta que la mitad de mi vida había pasado sin que nada hubiera cambiado, cambié mi oración en: `Señor, dame la fuerza para cambiar a todos aquellos que entran en relación conmigo. Únicamente mi familia, mis amigos… y me quedaré satisfecho´.
Ahora que soy viejo y mis días están contados, comienzo a comprender cuán tonto he sido. Mi sola oración ahora es esta: `Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo´. Si hubiera rezado así desde el comienzo no habría gastado inútilmente mi vida.”
Enseñanza: Si cada uno se preocupara de cambiarse a sí mismo, todo el mundo cambiaría, al menos un poco. |
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La tienda donde se vende todo |
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Un joven soñó que entraba en un gran negocio. En el mostrador había un ángel como encargado. “¿Qué venden aquí?” le preguntó el joven. “Todo lo que usted desea” contestó el ángel. El joven entonces comenzó a hacer una lista de cosas: “Querría que terminaran las guerras en el mundo, más justicia para los explotados, tolerancia y generosidad hacia los extranjeros, más amor en las familias, trabajo para los desocupados, más unión en la Iglesia y…” Pero el ángel lo interrumpió diciendo: “Señor, usted se ha equivocado. Nosotros no vendemos frutos, vendemos solamente semillas”.
Enseñanza: Dios necesita nuestra colaboración y responsabilidad. No interviene directamente en el mundo sino que nos da su ayuda para que nos hagamos siempre más responsables. |
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