EL PROFESOR DE MATEMÁTICA
-Por Marcelo E. Miraglia-
Compartimos una reflexión que gira en torno al texto del evangelio del domingo 23 de febrero 2025: Lucas 6, 27-38; «A los que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian...»

Alan es un jóven profesor de Matemáticas de nivel secundario. Al entrar en su adolescencia, se despertó dentro de sí la pasión por los números y también por ser docente. Tal vez tuvo mucho que ver un profesor suyo con quien siempre se identificó y del cual aprendió que el ser docente no es solamente transmitir contenidos o conocimientos, sino que a la par siempre deben darse valores que formen a la persona de una manera más íntegra.
En el colegio donde trabaja es ampliamente reconocido y estimado por todos; bien saben qué clase de persona es: muy buen profesional, con un alto grado de compromiso hacia el alumnado, de una fe profunda, en ocasiones informal y además poseedor de una gran simpatía. Siempre recurren a él en momentos de desacuerdos, porque Alan tiene una gran capacidad para resolver conflictos: no hay caso que se escape de sus manos.
Al principio del año lectivo, todos los docentes realizan lo que se denomina un “diagnóstico del curso”. Alan dando clases a un 4º año, les presentó un ejercicio que poseía algún grado de complejidad para estimar cuál era el nivel del curso. Transcurrido el tiempo de resolución, solicitó que le entregaran los ejercicios realizados. Al corregirlos, inmediatamente advirtió el lado más flojo de sus alumnos en la materia. Alan, colocándose frente al curso y luego de alzar su mirada observando a todos, dijo lo siguiente: “Veo que solamente cinco alumnos han podido realizar el ejercicio dado de manera correcta. También he podido darme cuenta cuál es el problema que presenta la mayoría: la regla de los signos. Es importante que la sepan y no tengan dudas para poder aplicarla”. Entonces rápidamente la escribio en el pizarrón:
(+) x (+) = +
(-) x (-) = +
(+) x (-) = -
(-) x (+) = -
Luego de explicarla les recomendó copiarla en sus carpetas y memorizarla. La respuesta inmediata de sus alumnos fue: “Profe: es demasiado difícil para memorizar”. Con mucha paciencia Alan les comunicó que iba a ensañarles un método muy sencillo para recordarla: “ Lo primero que deben saber es que el signo + significa “ Mi amigo” y el signo - “Mi enemigo”. Ahora vamos a explicar el primer caso: el amigo de mi amigo es mi amigo. El segundo caso: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. El tercer caso: el amigo de mi enemigo es mi enemigo, y el último caso: el enemigo de mi amigo es mi enemigo”. Luego de esta explicación todos quedaron satisfechos y hasta recibió un fuerte aplauso como contrapartida.
Antes de concluir la clase Alan les advirtió que las Matemáticas son muy buenas, pero que a veces es conveniente dejarlas a un lado cuando nos referimos a las relaciones humanas, ya que dos más dos no siempre son cuatro, e hizo mención a estas palabras de Jesús:
Para la reflexión:
-¿Estás de acuerdo con el mensaje de esta historia de vida?
-¿Conocés alguien parecido a Alan?
|