ESPERANDO LA NAVIDAD
-Por Marcelo E. Miraglia-
Adviento es un tiempo litúrgico que nos invita a recibir la Navidad renovados en la esperanza. En él profundizamos el misterio sobre la venida del Señor. El camino a recorrer no apunta solamente a lo intelectual, ya que requiere la apertura del corazón a estos aspectos de la fe. En la vida cotidiana y en nuestros actos pequeños, la fe tiene mucho que decir.
La figura que mejor define al Adviento es una mujer a punto de dar a luz. La Virgen María con su apertura a la voluntad de Dios se convierte en un modelo para todo cristiano; de su mano llegaremos a las puertas de la Navidad.
Al comenzar el tiempo de Adviento, Damián -Catequista en una Parroquia del Gran Buenos Aires- recuerda que cursando el Seminario Catequístico en su Diócesis, vivió una experiencia única y sumamente enriquecedora que jamás olvidará. A su manera nos refería lo siguiente:
Todos los años además de cursar las materias correspondientes, debíamos realizar obligatoriamente cursos breves sobre temas puntuales para completar nuestra formación. Yo prácticamente no disponía de tiempo para realizarlos. A Raúl -compañero de curso- le ocurría lo mismo. Juntos estudiamos la lista que se nos ofrecía con sus horarios y logramos encontrar uno conveniente para ambos; el tema del curso era: Esperando la Navidad.
Precisamente no estábamos muy entusiasmados con el mismo, pero no teníamos otra opción. El curso estaba dictado por el director del seminario: un prestigioso sacerdote especialista en catequésis, conferencista, escritor y artista plástico. Por las tardes se lo solía ver en su atelier pintando cuadros al óleo o dibujando, siempre fumando en su pipa y escuchándo música clásica. El primer día nos presentó el tema y también aclaró que éste era un curso donde se aplicarían ciertas técnicas artísticas para trabajar y modelar la arcilla. Nos aconsejó meditar el pasaje del Evangelio de san Lucas sobre el nacimiento de Jesús (Lc. 2, 8-14), porque sería muy inspirador para el caso.
Cada alumno debía elegir una figura de la escena del nacimiento para plasmarla en arcilla. Al final del curso con las imágenes terminadas formaríamos nuestro propio pesebre que sería donado a una Capilla de muy bajos recursos. Raúl eligió la imagen de san José y yo un pastor. Jamás creí que esta técnica fuera tan útil. Luego de leer el texto bíblico, de imaginar y pensar la escena, de hacer un profundo silencio y escuchar esa hermosa música de fondo que acompañaba nuestro trabajo, comenzaron a surgir en mí diferentes imágenes de pastores, todos con distintos atuendos representando a diferentes pueblos. Luego intenté empatizar con uno de ellos e introducirme en su mundo interior; allí descubrí muchas cosas: su amor al trabajo y el cansancio de largas jornadas, el frío y el dormir a la intemperie, la pésima paga en relación a su tarea efectuada, la pobreza material, sus afectos y familia, su perseverancia, su fe y esperanza inquebrantables que le hicieron tener en cuenta el aviso del Ángel y seguir sus indicaciones para llegar a adorar al Niño Dios.
Al terminar el curso el sacerdote organizó una Eucaristía. En ella cada uno debía colocar su imagen lograda para ir de a poco armando el pesebre diciendo unas palabras a modo de reflexión. Llegado mi turno coloqué laimagen del pastor y dije: “La humildad y sencillez que encontré en los pastores de aquel entonces aún hoy se encuentra intacta. Muchas personas deben afrontar desdichas parecidas a ellos en el presente. Hoy veo muchos pastores llenos de fe y esperanza preparados al encuentro del Niño Dios”.
A partir de ese momento Damián comenzó a ver todo con una mirada de fe. El misterio de la Navidad nos enseña que Jesús vino a ayudarnos a descubrir qué cosas son las verdaderamente importantes.
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