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LA PUERTA ESTRECHA, EL CAMELLO Y EL OJO DE LA AGUJA
-Por Lic. Santiago F. Garavaglia-

En los Evangelios, dos metáforas se destacan al abordar el desafío del discipulado y la entrada al Reino de Dios: la imagen de la puerta estrecha (Lc 7,13-24 y Mt 7,13) y la del camello pasando por el ojo de una aguja (Mt 19,23-30). Ambas ilustraciones fueron utilizadas por Jesús para advertir a sus seguidores sobre la dificultad de entrar en el Reino de los Cielos, pero al mismo tiempo, nos ofrecen una esperanza profunda basada en el amor y la justicia de Dios.

La puerta estrecha

En Lc 13,24, Jesús dice: "Procuren entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos intentarán entrar y no podrán.". Mt 7,13-14 tiene un paralelo similar: "Entren por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Qué estrecha es la puerta, qué angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que lo encuentran!".

Esta metáfora subraya la necesidad de una dedicación profunda y un esfuerzo personal en la búsqueda del Reino de Dios. La "puerta estrecha" representa el camino del discipulado, el seguimiento a Jesús, que no es fácil ni popular. La puerta ancha, en contraste, simboliza la vida cómoda y las decisiones que llevan al alejamiento de Dios. Al invitar a sus seguidores a "esforzarse", Jesús nos recuerda que seguirlo implica sacrificios, a menudo ir contracorriente y vivir según los valores del Evangelio, tales como la humildad, la caridad y la justicia.

La referencia a la puerta estrecha también puede relacionarse con el pasaje del joven rico (Mt 19,16-22), quien se aleja triste porque no quiere desprenderse de sus bienes. Jesús aquí señala que el "camino" del Reino requiere un cambio de vida, un desprendimiento, y una fe activa en la que Dios es el centro.

El camello y el ojo de una aguja

Mt 19,23-24 registra una declaración contundente de Jesús: "En verdad les digo, difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos. Otra vez les digo, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos".

Esta metáfora ha sido objeto de mucha discusión. Una interpretación popular sugiere que Jesús se refería a las puertas que poseían las ciudades amuralladas, como en este caso, Jerusalén, cuyas murallas datan desde la época del rey David (1000 a.C.). Era muy común que para la entrada y salida de las personas se utilizaran diferentes y enormes puertas ubicadas a lo largo y ancho de la misma. Sin embargo, estas puertas se cerraban por la noche, para evitar el ingreso de ladrones o extranjeros que quisieran escabullirse en la ciudad. Por este motivo, las puertas poseían dentro de la misma otra abertura más pequeña como paso nocturno, en caso que fuese necesario salir o entrar a la ciudad. Esta puerta era llamada "el ojo de la aguja" por lo estrecha que era, y por donde una persona apenas podía entrar y obviamente era imposible de atravesar para un camello, más aún cargado. De hecho, la comparación parece ser una hipérbole, una exageración retórica típica de los discursos de Jesús, utilizada para enfatizar lo que parece imposible desde el punto de vista humano.

El camello, era el animal más grande que los judíos conocían en su entorno y representa lo abrumador de la riqueza pues solamente alguien adinerado, podía darse el lujo de poseer uno. En este contexto, Jesús no está condenando a los ricos per se, sino advirtiendo que la riqueza puede ser un obstáculo si no se maneja adecuadamente. Es el apego a las posesiones, la dificultad de poner a Dios por encima de lo material, lo que impide entrar en el Reino. El ojo de la aguja simboliza lo aparentemente imposible para el hombre, pero no para Dios.

Este mensaje queda reforzado en el siguiente versículo, cuando los discípulos, asombrados, preguntan: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?" (Mt 19,25). Jesús responde: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible" (Mt 19,26). El corazón del mensaje es que la salvación, no es algo que podamos ganar por nuestro propio esfuerzo o méritos. Es un don de Dios, accesible a quienes ponen su confianza en Él y no en las riquezas o el poder.

¿Qué nos enseñan estos pasajes hoy?

La enseñanza de la puerta estrecha y el ojo de la aguja está profundamente conectada con el llamado al desprendimiento y a la conversión. En una sociedad que valora el éxito material y el poder, Jesús nos invita a evaluar nuestras prioridades. El seguimiento a Cristo requiere que nuestras vidas estén alineadas con los valores del Evangelio, lo que significa poner a Dios y al prójimo en el centro de nuestras decisiones.

La riqueza no es mala en sí misma, pero puede ser peligrosa cuando ocupa el lugar que le corresponde a Dios. Como dice Jesús en Lc 12,15: "¡Estén atentos y cuídense de cualquier codicia, que, por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes!". La puerta estrecha es un recordatorio de que la vida cristiana es exigente, pero es también la fuente de la verdadera vida y alegría. Nos llama a vivir de manera auténtica, con fe, esperanza y amor.

En conclusión, estos dos pasajes complementan la enseñanza de Jesús sobre la importancia de la humildad, la entrega y la confianza total en Dios. Lo que parece imposible desde una perspectiva humana —como un camello pasando por el ojo de una aguja— es posible con la gracia de Dios. Jesús no solo desafía a sus oyentes a cambiar su forma de vivir, sino que también les asegura que el poder transformador de Dios puede hacer lo que parece inalcanzable: abrir las puertas del Reino a quienes dependen de su misericordia.

 

*Santiago Garavaglia es Licenciado en Teología
y estudiante de la Maestría en Teología
Dogmática en la Universidad Católica de Córdoba
https://elblogdelteologo.blogspot.com/

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