MEDITACIÓN DIARIA
DEL EVANGELIO - SEPTIEMBRE 2023
-Por Padre Wilton G. Sánchez Castelblanco-
Intención del papa Francisco para el mes de septiembre: Oremos para que las personas que viven al margen de la sociedad, en condiciones de vida infrahumanas, no sean olvidadas por las instituciones y nunca sean descartadas.

VIERNES 01
San Egidio, abad
1 Ts 4, 1-8; Sal 96, 1-2.5-6.10-12; Mt 25, 1-13
Evangelio: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez muchachas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al novio. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes llevaron consigo frascos de aceite con las lámparas. El novio tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A media noche se oyó una voz: “¡Ya viene el novio, salgan a recibirlo!”. Entonces se despertaron todas aquellas muchachas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando”. Pero las prudentes contestaron: “No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras, mejor es que vayan a la tienda y lo compren”. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y sé cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras muchachas, diciendo: “Señor, Señor, ábrenos”. Pero él respondió: “Les aseguro que no las conozco”. Por tanto, estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora».
Reflexión: Con la parábola de las diez vírgenes, Jesús insiste en la necesidad de la perseverancia. Muchos que deciden seguirlo, se desaniman cuando sobrevienen persecuciones u otras dificultades. Pero no solo eso, otros también desisten porque pierden el sentido de novedad del evangelio. El miedo y la duda, igualmente, pueden apartarnos de Jesús; y, cómo no, la aparente prevalencia del mal porque, a veces, pareciera que no triunfa Cristo. Por ello, Jesús nos pide que velemos; es decir, que no caigamos en la desesperación, sino que encontremos siempre el ímpetu necesario para permanecer en su seguimiento fiel y leal.
Oración: Señor Jesús, danos la fuerza de tu Espíritu para perseverar en la oración y en la práctica de las buenas obras.
SÁBADO 02
San Elpidio Abad
1 Ts 4, 9-11; Sal 97, 1. 7-9; Mt 25, 14-30
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco te daré un cargo importante; entra al banquete de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra al banquete de tu señor”. Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que cosechas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que cosecho donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».
Reflexión: Con la parábola de los talentos, Jesús nos pide que hagamos crecer nuestras posesiones, capacidades y habilidades para ponerlas al servicio del prójimo. No solo basta el talento, se requiere entrenamiento. Así lo hacen los mejores deportistas, científicos, artistas; entrenan o se preparan por mucho tiempo para sacar el mayor potencial de sus talentos. De la misma manera, nadie puede amar al prójimo si no se ha entrenado en el amor; nadie puede ser justo ni misericordioso si no hace crecer estos talentos. Dios nos pide cumplir su voluntad; y para ello nos ha dado unos talentos que nos pide cultivar, de tal forma que podamos destacarnos por una vida cristiana cada vez más profunda.
Oración: Padre creador, danos constancia en el cultivo de los talentos que nos confías para que den fruto abundante.
DOMINGO 03
XXII del Tiempo Ordinario
Jr 20, 7-9; Sal 62, 2-6.8-9; Rm 12, 1-2; Mt 16, 21-27
SALTERIO II
Evangelio: En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por causa de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no te puede pasar». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios». Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí; la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta».
Reflexión: El primer anuncio de la pasión es mal entendido por Pedro. Con sus objeciones, Pedro demuestra que aún no es un auténtico discípulo del Señor. Por eso, él lo llama Satanás y le exige que realice un auténtico seguimiento; ese es el significado de su llamado a ir detrás. Pero, además, Jesús nos indica que el camino de la cruz no le atañe solo a él, sino a todos los que quieran encontrar la vida auténtica. Jesús nos sigue invitando a perder nuestra vida de egoísmo e indiferencia para ganar la vida plena y feliz que él nos ofrece.
Oración: Jesús, infúndenos la fuerza de tu Espíritu para que no desistamos de la cruz que nos conduce a ti.
LUNES 04
Santa Rosalía de Palermo, virgen
1 Ts 4,13-18; Sal 95, 1.3-5.11-13; Lc 4, 16-30
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y desenrollándolo encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, y para proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: «¿No es este el hijo de José?». Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitarán aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”. Haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Les garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando no hubo lluvia del cielo tres años y seis meses, y el hambre azotó a todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo sacaron fuera del pueblo y lo llevaron a un precipicio del monte sobre el que estaba edificada la ciudad con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos continuó su camino.
Reflexión: Jesús hace suyas las palabras del profeta Isaías y se manifiesta en Cafarnaúm como consagrado por el Espíritu Santo. Gracias a esa consagración, él recibe y realiza la misión de llevar la buena noticia a los pobres, de anunciar la libertad a los presos, dar la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos y anunciar el año favorable del Señor. El evangelio nos mostrará cómo Jesús fue cumpliendo todo eso hasta el momento de su cruz y resurrección. El Espíritu Santo animó la vida y misión de Jesús, y lo sigue haciendo hoy en día en nuestras comunidades y en cada uno de nosotros.
Oración: Señor Jesús, otórganos docilidad al Espíritu Santo de forma que seamos instrumentos y testigos de tu salvación
MARTES 05
Santa Teresa de Calcuta, religiosa
1 Ts 5, 1-6.9-11; Sal 26, 1.4.13-14; Lc 4, 31-37
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Ellos se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio impuro, y se puso a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús le increpó: «¡Cállate y sal de este hombre!». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo sin hacerle ningún daño. Todos quedaron asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus impuros, y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
Reflexión: Las enseñanzas de Jesús causan admiración entre la gente. Así lo demuestran cuando inicia su ministerio público en la sinagoga de Cafarnaúm. Jesús enseña con autoridad y no como los maestros de la ley que querían imponerse sin la coherencia de vida que caracterizaba a Jesús. La expulsión del espíritu impuro ratifica esa autoridad del Señor. Ellos personifican a los enemigos de Dios y, por eso, gritan e insultan a Jesús, a quien reconocen como el Santo de Dios. De esa manera, el episodio narrado en el evangelio nos invita a aceptar a Jesús como Maestro; a sentir admiración por sus enseñanzas y a vivir de acuerdo con ellas.
Oración: Jesús, Santo de Dios, danos la gracia de maravillarnos por las obras que realizas entre nosotros.
MIÉRCOLES 06
San Eleuterio
Col 1, 1-8; Sal 51, 10-11; Lc 4, 38-44
Evangelio: En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, la fiebre desapareció; ella levantándose en seguida, se puso a serviles. Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se lo llevaban; y él poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Y al amanecer, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; y llegando donde estaba intentaban retenerlo para que no se separara de ellos. Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también en los otros pueblos, para esto he sido enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Reflexión: Jesús realiza numerosos milagros en Cafarnaúm, con los que muestra la misericordia de Dios a todos los enfermos. Por eso, cura a la suegra de su amigo Simón y, como consecuencia, le llevan a todos los enfermos y endemoniados de la ciudad. Finalmente, después de orar, Jesús se dirige a Judea para continuar su obra misionera. La gente de Cafarnaúm quisiera acaparar su acción misericordiosa, pero Jesús aprovecha en enseñarles que la buena noticia del reino de Dios no puede reducirse a un solo grupo de personas, sino que debe anunciarse a todos. Hay que encontrar siempre la novedad de la predicación para que la misericordia de Dios llegue a todos.
Oración: Señor Jesús, haz que también nosotros seamos instrumentos incansables de la misericordia de Dios en nuestras familias y comunidades.
JUEVES 07
Santa Regina, mártir
Col 1, 9-14; Sal 97, 2-6; Lc 5, 1-11
Evangelio: En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echen las redes para pescar». Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado toda la noche trabajando y no hemos sacado nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes». Y puestos a la obra, pescaron gran cantidad de peces que reventaban las redes. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la cantidad de peces que habían pescado; lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Ellos sacaron las barcas a tierra y dejándolo todo, lo siguieron.
Reflexión: En un principio, parece que Simón duda de las habilidades para la pesca de aquel maestro y, sin embargo, lo obedece. Al final del relato, vemos cómo Simón transforma su desconfianza en fe, pues encuentra que Jesús es digno de confianza. Jesús no busca hombres perfectos, sino dispuestos a seguirlo con decisión. Por eso, Jesús le da a Simón una dignidad y misión nuevas, y lo mismo a sus compañeros. De ahí que en adelante sean pescadores de hombres que siguen a Jesús. Hoy tampoco nos pide que seamos perfectos de un momento a otro; a lo que nos invita es a seguirlo y a colaborar con la misión de hacer realidad el amor de Dios en el mundo.
Oración: Señor permítenos adherirnos a tus enseñanzas para que así experimentemos la alegría de tu evangelio.
VIERNES 08
Natividad de la Bienaventurada Virgen María
Mi 5, 1-4a; o bien Rm 8, 28-30; Sal 12, 6; Mt 1, 1-16.18-23 o bien Mt 1, 18-23
Evangelio: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá, y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Reflexión: El Evangelio presenta a la virgen María en la genealogía de Jesús. Por tanto, ella está estrechamente vinculada con el Señor. Pero, además, el evangelio nos la muestra también como la dócil sierva de Dios. Ella estuvo dispuesta a sufrir el desprecio y el rechazo con tal de cumplir la voluntad del Altísimo. Por eso, no se queja ni lamenta ante la perplejidad de José. Ella sigue adelante con su misión de ser la madre del salvador. Al celebrar hoy la fiesta de su nacimiento, encontramos en su vida un ejemplo que sigue alentando el corazón de todos los cristianos para acoger el Espíritu Santo que nos da la fuerza de la perseverancia alegre en la fe.
Oración: Padre de infinito amor, por intercesión de santa María, concédenos ser siempre dóciles a tu voluntad.
SÁBADO 09
San Pedro Claver, presbítero
Col 1, 21-23, Sal 53, 3-4.6.8; Lc 6, 1-5
Evangelio: Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Jesús les contestó: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Como entró en la casa de Dios, tomó los panes de la ofrenda, que solo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros». Y añadió: «El Hijo del Hombre es señor del sábado».
Reflexión: Al permitir que sus discípulos arranquen espigas en sábado, Jesús parece transgredir el descanso sabático, uno de los mandamientos más queridos por los judíos. Guardar el sábado significaba expresar la fidelidad a Dios a su pueblo. Pero en tiempos de Jesús esta práctica había perdido su sentido. Los fariseos consideraban que esta se limitaba solo a evitar movilizarse en sábado. Jesús, en cambio, se proclama como señor del sábado, porque libera a sus discípulos del cumplimiento meramente externo de esa tradición. Por ende, nos enseña que lo más importante no es el cumplimiento externo de los mandamientos, sino la vivencia profunda de la misericordia de Dios.
Oración: Señor, ayúdanos a discernir siempre la voluntad del Padre para que disfrutemos de la libertad de los hijos de Dios.
DOMINGO 10
XXIII del Tiempo Ordinario
Ez 33, 7-9; Sal 94, 1-2.6-9; Rm 13, 8-10; Mt 18, 15-20
SALTERIO III
Evangelio: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, llámale la atención a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o como un publicano. Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Reflexión: Solemos emos ver en la sociedad penas cada vez más severas contra los delitos, pero la delincuencia, la corrupción y la injusticia no se reducen. Erróneamente, pensamos que, para librarnos del pecado, debemos apresurarnos en excluir al pecador. Jesús, no obstante, nos enseña que no es eso, sino la fraternidad lo que guía a los creyentes. Es por ello que el Maestro nos invita a conservar la comunión a toda costa, de modo que la exclusión solo sea el último recurso. En ese contexto, también la oración es signo de comunión.
Oración: Padre, otórganos paciencia para aceptar a nuestros hermanos y expresar la comunión con la oración.
LUNES 11
San Juan Gabriel Perboyre
Col 1, 24—2,3; Sal 61, 6-7.9; Lc 6, 6-11
Evangelio: Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado y encontrar de qué acusarlo. Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: «Les voy hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o destruirlo?». Y, dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: «Extiende la mano». Él lo hizo, y su mano quedó restablecida. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer contra Jesús.
Reflexión: Jesús es coherente con lo que enseñanza. Su prioridad es la atención urgente y desinteresada de quienes sufren, como aquel hombre que tiene la mano paralizada. Aunque sabe que sus enemigos están al acecho para acusarlo de quebrantar el sábado, él realiza su obra salvadora a la vista de todos, no a escondidas. Esa acción abierta y transparente provoca la ira de los escribas y fariseos, pues Jesús actúa con valentía. Así, nos da ejemplo de coherencia y misericordia, incluso en un ambiente hostil.
Oración: Padre, permite que todos los cristianos actuemos con valentía y promovamos la libertad integral.
MARTES 12
Santísimo nombre de María
Col 2, 6-15; Sal 144 1-2.8-11; Lc 6, 12-19
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Zelote, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus impuros quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Reflexión: Jesús ora con frecuencia a su Padre del cielo, especialmente en los momentos más importantes. Entre ellos se encontraba Judas Iscariote, el que lo traicionó. A él también lo llamó, no lo excluyó, sino que, con misericordia, le dio la oportunidad de seguirlo hasta el momento definitivo. Jesús no fue un predicador solitario. Desde el inicio de su actividad misionera, conformó una comunidad, como nos muestra hoy el evangelio. Jesús vivió y predicó junto con sus discípulos y ellos fueron los primeros en recibir la buena noticia de la salvación. La fe cristiana entonces se vive en comunidad.
Oración: Señor Jesús, danos un espíritu de oración como el tuyo para permanecer en profunda comunión con el Padre del cielo.
MIÉRCOLES 13
San Juan Crisóstomo, obispo y doctor
Col 3, 1-11; Sal 144, 2-3.10-13; Lc 6, 20-26
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados. Bienaventurados los que ahora lloran, porque reirán. Bienaventurados ustedes, cuando los hombres los odien, y los excluyan, y los insulten, y desprecien su nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus padres con los profetas. Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados, porque tendrán hambre! ¡Ay de los que ahora ríen, porque harán duelo y llorarán! ¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían sus padres con los falsos profetas».
Reflexión: Las bienaventuranzas nos muestran las actitudes que Jesús pide a sus seguidores. Si las hacemos realidad en nuestras vidas, entonces tendremos gozo y alegría plenos. La alegría es pues la característica del actuar cristiano y el máximo premio que se pueda alcanzar. Con las cuatro maldiciones que siguen, Jesús, en cambio, enseña que la tristeza profunda y definitiva afecta a quienes no acogen su propuesta. Es decir, prefieren amar más a sus propias riquezas que a los pobres, o no están dispuestos a compartir la aflicción y el llanto de los que sufren ni a hacen nada por transformar la vida de los necesitados.
Oración: Padre bueno, permite que nos alejemos de lo que nos llena de tristeza, y que seamos dignos de la alegría plena de tu Hijo.
JUEVES 14
Exaltación de la Santa Cruz
Nm 21, 4b-9; o bien Flp 2, 6-11; Sal 77, 1-2.34-38; Jn 3, 13-17
Evangelio: En aquel tiempo, dijo Jesús, a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».
Reflexión: En el discurso que sigue al diálogo con Nicodemo, Jesús expone la prueba más grande de que él no habla ni actúa por cuenta propia, sino como enviado de Dios: su cruz. En el evangelio de san Juan, este acontecimiento no se presenta como una derrota, sino como la exaltación de Jesús. Por eso, se compara a sí mismo, levantado en la cruz, con la serpiente de bronce que Moisés irguió en el desierto para que, quienes la miren, fueran salvados de las mordeduras de las serpientes. También cabe recordar que, para san Juan, ver a Jesús significa creer en él. Por eso, estamos invitados a verlo en la cruz con los ojos de la fe y a adherirnos a su propuesta de vida.
Oración: Señor Jesús, ayúdanos a seguirte con entusiasmo y perseverancia para que vivamos siempre en tu presencia.
VIERNES 15
Bienaventurada Virgen María de los Dolores
Hb 5, 7-9; Sal 30, 2-6.15-16.20; secuencia: Jn 19, 25-27 o bien Lc 2, 33-35, o bien: 1 Tm 1, 1-2. 12-14; Sal 15, 1-2a. 5. 7-8. 11; Lc 6, 39-42
Evangelio: En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Reflexión: Jesús solía estar rodeado de multitudes, pero, luego de su arresto, la mayoría lo abandona. Al pie de la cruz faltan muchas personas. Solo están su madre, otras tres mujeres y el discípulo amado. Jesús había llamado a muchos, pero solo unos cuantos estuvieron dispuestos a seguirlo hasta la cruz. Entre ellos está María. No dice palabra alguna, su amor de madre lo ha llevado hasta allí para acompañar el último aliento de su Hijo. Y él, en la persona del discípulo amado, nos la entrega también a nosotros como el más preciado regalo que la Iglesia recibe desde la cruz. Esa madre, llena de misericordia, nos sigue acompañando, especialmente en los momentos de sufrimiento, dolor y muerte.
Oración: Señor, guiados por maría, ayúdanos a acoger con misericordia y alegría a quienes necesitan amor y ternura.
SÁBADO 16
Santos Cornelio, papa y Cipriano, obispo, mártires
1 Tm 1, 15-17; Sal 112, 1-7; Lc 6, 43-49
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: «No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno. Porque cada árbol se conoce por su fruto; no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de la abundancia del corazón, habla la boca. ¿Por qué me llaman “Señor, Señor”, y no hacen lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, les voy a decir a quién se parece. Se parece a uno que edificaba una casa: cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca; vino una inundación, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo destruirla, porque estaba sólidamente construida. En cambio, quien escucha la palabra y no la pone en práctica, se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó completamente destruida».
Reflexión: Jesús nos enseña que es nuestro comportamiento, nuestras obras lo que indica si estamos siguiéndolo realmente. No es suficiente escuchar a Jesús, sino obedecer lo que él nos enseña. Él nos pide que actuemos con sabiduría y que pongamos en práctica su mensaje. En el mundo sobran predicadores vacíos que elaboran grandes y bellos discursos, pero que no aman ni perdonan a los demás. En cambio, nuestra sociedad necesita verdaderos sabios que estén dispuestos a hacer lo que Jesús dice. Es decir, vivir de acuerdo con el espíritu de las bienaventuranzas, amar al prójimo como a uno mismo y ser apóstoles consagrados de la misericordia de Jesús.
Oración: Señor Jesús, concédenos tu sabiduría para que sepamos escuchar tu palabra y ponerla en práctica.
DOMINGO 17
XXIV del Tiempo Ordinario
Eclo 27, 33—28, 9; Sal 102, 1-4.9-12; Rm 14, 7-9;
Mt 18, 21-35. SALTERIO IV
Evangelio: En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marcharse, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con ustedes mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Reflexión: El perdón es una característica esencial de la vida cristiana. No obstante, es una de las exigencias más difíciles de poner en práctica. La paciencia humana tiene límites; por eso, Pedro pregunta si el perdón también lo tiene, e incluso se atreve a sugerirlo: siete veces, que en el mundo antiguo equivalía a la perfección, como número máximo de veces para perdonar al hermano. Para Jesús hay que perdonar setenta veces siete; es decir, siempre. Con la parábola de este hombre que pide perdón sin estar dispuesto a perdonar a sus semejantes, Jesús nos deja en claro la necesidad de perdonar siempre de corazón, así como el Dios de la misericordia lo hace con nosotros.
Oración: Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, pues, hemos perdonado a los que nos ofenden.
LUNES 18
San Juan Macías, San José de Cupertino
1 Tm 2, 1-8; Sal 27, 2.7-9; Lc 7, 1-10
Evangelio: En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió a unos ancianos judíos para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido una sinagoga». Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me he atrevido a venir personalmente. Pero basta una palabra tuya y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace». Al oír esto, Jesús se admiró de él y volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Les digo que ni en Israel he encontrado tanta fe». Y al volver a casa, los enviados encontraron al criado sano.
Reflexión: El relato de hoy destaca la relevancia de la mediación humana y la intercesión. El centurión no acude personalmente a Jesús, sino que le envía unos delegados para que hablen en su nombre. Esa también es una muestra de que confía plenamente en que Jesús puede curar a su siervo, y así ocurre. Pero, además, Jesús le otorga al centurión la dignidad que el mismo parece que no sabía tener. A lo mismo nos invita a nosotros, a que seamos misericordiosos con nosotros mismos y con nuestro prójimo, devolviéndoles la dignidad con nuestras palabras y obras.
Oración: Señor, no somos dignos de que entres en nuestra casa, pero una palabra tuya bastará para salvarnos.
MARTES 19
San Genaro, obispo y mártir
1 Tm 3, 1-13, Sal 100, 1-3.5-6; Lc 7, 11-17
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucha gente. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre que era viuda; y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó. Los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: «¡Joven, a ti te digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar; y Jesús se lo entregó a su madre. Y todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la región vecina.
Reflexión: La muerte biológica forma parte de la vida y provoca tristeza y luto. Sin embargo, hay casos en que esa tristeza es más dolorosa; como cuando son los padres quienes deben enterrar a sus hijos. El evangelio nos presenta una situación así. La muerte le llega de manera prematura a un muchacho, el único hijo de una viuda, una razón más de sufrimiento para la madre. Así lo expresa en su llanto y desesperación. Jesús no puede mantenerse indiferente ante semejante sufrimiento, más bien le muestra su compasión y se manifiesta como el señor de la vida.
Oración: Señor Jesús, danos también a nosotros un corazón compasivo con las personas que sufren.
MIÉRCOLES 20
Santos Andrés Kim Taegón, presbítero,
Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
1 Tm 3, 14-16; Sal 110, 1-6; Lc 7, 31-35
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús dijo: «¿A quién, pues, se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños sentados en la plaza, que gritan a otros: “Hemos tocado la flauta y no han bailado, cantamos lamentaciones y no han llorado”. Porque vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron: Tiene un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe y dicen: “Ahí tienen a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría ha sido reconocida por todos sus hijos».
Reflexión: Jesús denuncia que su generación ha dejado pasar la oportunidad de aceptar la invitación apremiante de Juan Bautista a la conversión. Las autoridades judías lo rechazaban porque el estilo de Juan no correspondía con la opulencia a la que estaban acostumbrados, más bien se caracterizaba por su austeridad y sencillez. Por eso, lo acusaban de endemoniado. Pero no solo eso, también están dejando pasar la oportunidad de aceptar las enseñanzas de Jesús. Aunque su estilo era diferente al del Bautista, también encontraron una excusa para rechazarlo. Como acogía con compasión a los publicanos y los pecadores, lo acusaban de comilón y borracho.
Oración: Padre del cielo, que no dejemos pasar ninguna oportunidad de salvación que nos ofreces.
JUEVES 21
San Mateo, apóstol y evangelista
Ef 4, 1-7.11-13; Sal 18, 2-5; Mt 9, 9-13
Evangelio: En aquel tiempo, al pasar, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y estando Jesús a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores que habían acudido, se sentaron a comer con él y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Reflexión: Los publicanos, colaboradores con el poder romano, se caracterizaban también por su corrupción y otros abusos contra su pueblo. Quienes depositan su confianza en las riquezas suelen pensar que pueden alcanzarlo todo con dinero, incluso la felicidad, y hacen de todo para acumular cada día más. Pues bien, es a uno de ellos a quien el Maestro pide que deje de «seguir» al dinero y lo siga a él. Mateo, al escuchar el llamado de Jesús, lo deja todo de inmediato y lo sigue. Esa es la misma actitud que Jesús espera también de nosotros, que no le pongamos obstáculos, sino que lo sigamos con decisión y entusiasmo.
Oración: Señor, tú que llamaste a Mateo y él te siguió, concédenos lo necesario para vivir nuestra fe con entusiasmo.
VIERNES 22
San Mauricio, mártir
1 Tm 6, 2c-12; Sal 48, 6-10.17-20; Lc 8, 1-3
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que lo ayudaban con sus bienes.
Reflexión: La obra del Hijo de Dios llega a todos; a hombres, como los doce; y a mujeres, como María Magdalena; a gente humilde, como a los pescadores de Galilea; y a personas acomodadas, como Susana, esposa de un administrador de Herodes. También hoy los seguidores de Jesús provienen de diversos lugares y condiciones. Él nos pide que mostremos una misericordia como la suya, capaz de aceptar a todos y de dejar que cada uno camine en pos del Maestro. Ya sabemos que a él no le importa de dónde vienen sus discípulos. Lo fundamental es que estemos dispuestos a seguirlo por el camino misericordioso de la entrega, la sinodalidad y del amor al prójimo.
Oración: Señor Jesús, bendice a todas las mujeres que dedican su vida a tu servicio y al de tu Iglesia.
SÁBADO 23
San Pío de Pietrelcina, presbítero
1 Tm 6, 13-16; Sal 99, 2-5; Lc 8, 4-15
Evangelio: En aquel tiempo, se reunieron alrededor de Jesús mucha gente y al pasar por los pueblos otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, una parte de la semilla cayó al borde del camino, la pisaron, y las aves del cielo se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo la ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?». Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, solo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es este: La semilla es la palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arranca la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la tentación fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto gracias a su perseverancia».
Reflexión: La palabra de Dios, nos dice Jesús, se parece a un sembrador que esparce sus semillas en distintos terrenos: en el camino, entre las piedras, entre los espinos y, también, en la tierra buena. Es decir, Jesús siembra la semilla del reino de Dios en cada corazón sin importar el tipo de acogida que se le dé a esa palabra. Abstenerse de predicar la palabra de Dios a quien no la acoge, sería condenarlo anticipadamente y esa no es la voluntad de Dios. Después, Jesús explica a sus discípulos el significado de la parábola. Ellos serán los nuevos sembradores de la palabra y nosotros, todos los bautizados, sus continuadores.
Oración: Señor Jesús, tú que has sembrado tu mensaje de amor en nuestros corazones, haznos ser tierra fértil.
DOMINGO 24
XXV del Tiempo Ordinario
Is 55, 6-9; Sal 144, 2-3.8-9.17-18; Flp 1, 20c-24. 27a;
Mt 20, 1-16. SALTERIO I
Evangelio: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar trabajadores para su viña. Después de contratar a los trabajadores por un denario al día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, sin trabajo, y les dijo: “¿Por qué están aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: “Llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”. Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».
Reflexión: En esta parábola de los obreros de la viña, Jesús invita a sus discípulos de toda la vida a que no tengan envidia por los nuevos integrantes de la comunidad, por los que a última hora han decidido seguirlo, pues ellos tendrán el mismo premio prometido a todos como consecuencia del amor infinito de Dios. La tensión entre los discípulos sigue presentándose en nuestras comunidades y muchas veces nos creemos con más derecho al amor de Dios que otras personas. Jesús nos anima a alegrarnos con todo el corazón por cada persona que, a pesar de haberse alejado de Dios, vuelve a él y comienza a disfrutar de su perdón, su amor y su ternura.
Oración: Señor Jesús, infúndenos palabras y actitudes de fraternidad hacia todos nuestros hermanos.
LUNES 25
San Vicente María Strambi
Esd 1, 1-6; Sal 125, 1-6; Lc 8, 16-18
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escuchan bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».
Reflexión: El ejemplo de la lámpara nos permite entrever que existen creyentes que ocultan su fe, quizás por miedo a persecuciones o la muerte, vergüenza o cualquier otro motivo. Jesús conoce bien esas dificultades, pero nos invita a que no nos desanimemos, para que iluminemos a todos los hombres y los guíe por el camino que conduce a la salvación. Pues la opción de vida de un creyente siempre se hará conocida, porque la fe no es una cuestión teórica, sino, ante todo, una forma de vida. Por tanto, incluso si es que existen dificultades, aceptemos el llamado de Jesús a que la luz de la palabra brille en nuestro corazón y en nuestras comunidades.
Oración: Padre celestial, haznos fieles y valientes testigos del evangelio para que muchas personas lo conozcan.
MARTES 26
Santos Cosme y Damián
Esd 6, 7-8.12b.14-20; Sal 121, 1-5; Lc 8, 19-21
Evangelio: En aquel tiempo, la madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte». Él les contestó: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».
Reflexión: Jesús no rechaza a su familia de sangre; más bien expresa que, para él, más importantes son los lazos que surgen del discipulado. Ese es el sentido de sus palabras que leemos hoy. En consecuencias, como discípulos, no somos extraños a Jesús. Él nos muestra una misericordia especial que nos conforma como una gran familia que nace de la escucha y la puesta en práctica de la palabra de Dios.
Oración: Gracias, Padre santo, por habernos llamado a ser parte de la gran familia que nace de la escucha de la palabra de tu Hijo.
MIÉRCOLES 27
San Vicente de Paúl, presbítero
Esd 9, 5-9; Sal: Tb 13, 2-4.6-8; Lc 9, 1-6
Evangelio: En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco lleven dos túnicas. Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel sitio. Y si no los reciben, al salir de aquel pueblo sacudan el polvo de los pies, como testimonio contra ellos». Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando el evangelio y curando enfermos, por todas partes.
Reflexión: Jesús comparte con sus discípulos la autoridad que ha recibido de Dios. Así nos muestra que la Iglesia es misionera por naturaleza y que esa es la esencia de ser seguidores suyos. Por eso, envía a sus discípulos a predicar y curar, y les ofrece orientaciones para que su misión se desarrolle con eficacia, pero con austeridad. El discípulo misionero es pobre porque no tiene a nadie más que a Jesús; él es su único bien, su única seguridad. Por eso, el misionero no requiere ni siquiera un bastón. Tampoco debe preocuparse por acumular provisiones ni lujos; ni debe llevar una túnica de repuesto, le basta caminar «revestido» de Jesús. De esa forma entonces hará que su evangelio resuene en el mundo.
Oración: Señor Jesús, gracias por los laicos, religiosos y ministros ordenados que, con su misión, dan testimonio del amor misericordioso de Dios en todo el mundo.
JUEVES 28
San Wenceslao, mártir
Ag 1, 1-8; Sal 149, 1-6.9; Lc 9, 7-9
Evangelio: En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de ver a Jesús.
Reflexión: La predicación de Jesús había causado toda clase de reacciones en las personas de su tiempo. Unos decían que era Elías; otros, que Juan Bautista o uno de los antiguos profetas. También Herodes, un rey hambriento de poder, no sabía qué pensar, y esperaba ver a Jesús para comprobarlo todo por su cuenta. Pero Jesús siempre prefirió estar con la gente sencilla, con los más necesitados de la ayuda de Dios. Así, mientras Herodes intenta infructuosamente ver a Jesús, él acoge a toda la gente del pueblo que lo sigue y les muestra su misericordia.
Oración: Señor Jesús, Hijo de Dios, infúndenos sed por escuchar tu palabra para que busquemos siempre tu presencia y cumplamos fielmente la voluntad de Dios.
VIERNES 29
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
Dn 7,9-10.13-14; o bien Ap 12, 7-12a; Sal 137, 1-5.7-8; Jn 1, 47-51
Evangelio: En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanel respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre».
Reflexión: Natanael, inicialmente, dudó de la legitimidad de Jesús, pues pensaba que de Nazaret no podía salir nada bueno. Jesús, en cambio, lo acoge con un gran elogio; pues lo considera un auténtico Israelita, es decir, alguien que cumple a cabalidad sus obligaciones judías. Ese elogio desarma los prejuicios de Natanael que pregunta: «¿De qué me conoces?». La respuesta de Jesús le deja en claro que sí lo conoce, es decir, que no lo considera un extraño, sino uno de los suyos. Esta acogida provoca la fe de Natanael tal como lo muestra al reconocerlo como Hijo de Dios y rey de Israel. Si tenemos en cuenta cómo nos acoge Jesús, nuestra fe en él también se fortalecerá.
Oración: Señor Jesús, ilumínanos para reconocerte, con nuestras ser, como nuestro Maestro, el hijo del Dios vivo.
SÁBADO 30
San Jerónimo, presbítero y doctor
Za 2, 5-9.14-15a; Sal: Jr 31, 10-13; Lc 9, 43b-45
Evangelio: En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Oigan bien esto y no lo olviden: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres». Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no podían comprenderlo. Y les daba miedo preguntarle acerca de esto.
Reflexión: Poco antes de subir a Jerusalén, Jesús anuncia su pasión por segunda vez. Con ello, aclara a sus discípulos el sentido del camino que está por recorrer: la cruz que conduce a la resurrección. Y así como él abrazó con amor su propia cruz, pide que sus discípulos hagamos lo propio. Es cierto que la vida diaria del cristiano tiene como meta la vida eterna, pero ese camino atraviesa por la cruz; es decir, por la entrega cotidiana al servicio de los demás. Por ello, Jesús es claro en señalar las implicaciones de hacernos discípulos suyos y nos pide que no desfallezcamos ni nos desanimemos al encontrar la cruz en nuestro camino.
Oración:Señor, ayúdanos a no escandalizarnos con tu cruz. Que, fortalecidos por tu ejemplo, carguemos con ella y te sigamos.
DOMINGO 01 - OCTUBRE
XXVI del Tiempo Ordinario
Ez 18, 25-28; Sal 24, 4-9; Flp 2, 1-11 F. B. Flp 2, 1-5;
Mt 21, 28-32. SALTERIO II
Evangelio: En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?». Contestaron: «El primero». Entonces Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la salvación, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, a pesar de esto no se arrepintieron ni creyeron en él».
Reflexión: Jesús confronta a los sumos sacerdotes y ancianos con una parábola. Dos hijos responden de manera distinta a una orden de su padre. El primero se niega en un inicio, pero es capaz de reflexionar, arrepentirse y cambiar. Por el contrario, el segundo hijo, que llama señor a su padre, contesta con un sí, pero al final no hace lo que ofrece. Algo similar ocurre con los pecadores, públicos y prostitutas. Si bien actúan de manera equivocada, después pueden aceptar la predicación de Jesús, arrepentirse y volver a la voluntad de Dios. En cambio, los sumo sacerdotes y ancianos, aunque proclaman con la boca su sí al Señor, no hacen su voluntad. Por tanto, no podrán formar parte del reino de Dios.
Oración: Padre bueno, aumenta nuestra fe en tu Hijo Jesús y ayúdanos a llevar una vida coherente con su mensaje.
LUNES 02
Santos Ángeles Custodios
Ex 23, 20-23a; Sal 90, 1-6.10-11; Mt 18, 1-5.10
Evangelio: En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?». Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Les aseguro que, si no vuelven a ser como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque les digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial».
Reflexión: Con frecuencia nos enfrascamos en discusiones por definir quién es el más importante y andamos creando jerarquías entre las personas. A muchos les parece que tiene más valor un general que un soldado, un gerente que un empleado, un obispo que otro bautizado, etc. Jesús, en cambio, nos enseña que aquellos que consideramos primeros tienen más responsabilidad, pero no una mayor relevancia. Por eso, los adultos tienen más obligaciones, pero los primeros son los niños. Cuando asociamos el rango a la importancia, entonces nos volvemos excluyentes y ponemos trabas a la vida de fraternidad, a la vez que nos excluimos a nosotros mismos del reino de los cielos.
Oración: Gracias, Señor Jesús, por habernos llamado a ser parte de tu Iglesia. Ayúdanos a ser cada vez más fraternos.
MARTES 03
San Francisco de Borja, presbítero
Za 8, 20-23; Sal 86, 1-7; Lc 9, 51-56
Evangelio: Cuando ya se acercaba el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. De camino, entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Reflexión: Al cumplirse el tiempo, Jesús decide ir a Jerusalén. Es decir, aquella marcha no nace del azar, sino de la voluntad de Dios que lo ha enviado. Además, en lugar de tomar otra ruta, Jesús decide marcharse por la región de Samaria. Allí es rechazado en una aldea debido a la enemistad entre judíos y samaritanos. Ante eso, los discípulos reaccionan con ira, pero Jesús los reprende porque no han comprendido el carácter salvador y misericordioso del reino. De esa forma, el Maestro nos enseña que el reino de Dios no busca juzgar ni condenar a nadie, pues todo tiene su tiempo y su medida.
Oración: Señor Jesús, transforma la dureza de nuestro corazón y condúcenos por caminos de reconciliación y amistad.
MIÉRCOLES 04
San Francisco de Asís
Ne 2, 1-8; Sal 136, 1-6; Lc 9, 57-62 o bien Ga 6, 14-18;
Sal 15, 1-2.5.7-8.11; Mt 11, 25-30
Evangelio: En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, uno le dijo: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le respondió: «Los zorros tienen madriguera y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia». Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no vale para el reino de Dios».
Reflexión: Lucas nos presenta tres escenas de seguimiento de Jesús. Un primer personaje está plenamente dispuesto a ir a donde él vaya, a lo que Jesús contesta, con total honestidad, de que no ofrece ninguna seguridad. Un segundo personaje es llamado por Jesús a seguirlo, pero este antes desea enterrar a su padre. Jesús le responde con dureza porque busca que el discípulo comprenda que el llamado al seguimiento está, incluso, por encima de todo deber filial. El tercero, por su parte, solicita un tiempo para despedirse de su familia, pero Jesús le exige que no tuerza su camino. Jesús conoce a profundidad nuestra condición humana, pero también es claro en las exigencias del camino cristiano.
Oración: Señor, ayúdanos a renunciar a nuestras seguridades y apegos para ser fieles servidores del reino de Dios.
JUEVES 05
Santa Faustina Kowalska, religiosa
Ne 8, 1-4a.5-6.7b-12; Sal 18, 8-11; Lc 10, 1-12
Evangelio: En aquel tiempo, el Señor designó otros setenta y dos, y los envió delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La cosecha es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño del campo para que mande trabajadores para su cosecha. ¡Pónganse en camino! Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos la paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en la misma casa, coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No anden cambiando de casa. Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y digan: “Está cerca de ustedes el reino de Dios”. Cuando entren en un pueblo y no los reciban, salgan a la plaza y digan: “Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos sobre ustedes. De todos modos, sepan que está cerca el reino de Dios”. Yo les digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».
Reflexión: El relato nos presenta las instrucciones de Jesús para que los discípulos lleven adelante la misión de anunciar el reino de Dios. En ellas les pide que pongan especial atención a cada uno de los detalles para no perder ninguna ocasión de dar testimonio del Señor. Si bien la finalidad es llevar la paz a los pueblos, no se puede pasar inadvertida la posibilidad de que surjan situaciones hostiles en contra de la proclamación del reino. Los receptores del anuncio tendrán que optar por adherirse al reino o por rechazarlo, y cada una de estas decisiones tendrá sus propias consecuencias.
Oración: Señor Jesús, haznos obreros de paz para trabajar en la construcción de tu reino. |